Un debate trillado que por épocas aflora en Cartagena de Indias volvió a coger ritmo tras la expedición del Decreto 03 de 2024 firmado por el alcalde Dumek Turbay Paz, que contiene un paquete de medidas que apuntan a “restablecer el orden público en el Centro Histórico de Cartagena”, y, en especial, apostarle a la lucha contra fenómenos como la trata de personas y la comercialización de estupefacientes. Lea: Cartagena implementa Plan Titán 24 para recuperar el orden en el Centro Histórico
En el decreto se estipula la suspensión del ejercicio de la prostitución y la venta o promoción de servicios sexuales en el Centro Histórico, con restricciones adicionales para la promoción de actividades sexuales en la zona. Sin embargo, esta no es la primera batalla que ha librado la ciudad para frenar el impacto del turismo sexual.
Con apoyo de Orlando Deavila Pertuz, doctor en Historia de América Latina e investigador del Instituto Internacional de Estudios del Caribe de la Universidad de Cartagena, recordamos el caso de la famosa zona de tolerancia ‘Tesca’, donde se concentraba el ejercicio de la prostitución en la ciudad en la década de los 70.
El investigador expone que en ‘Tesca’, que estaba en un barrio del oriente de la ciudad, se establecieron varios negocios nocturnos que solían ser visitados por locales y marineros que llegaban al puerto. Lea: Las 6 restricciones de orden público para el Centro Histórico de Cartagena
“Lo que existía en Tesca eran varios establecimientos de vida nocturna: había varios prostíbulos a donde llegaban hombres de la ciudad, marineros, no turistas como tal, porque esta no era una zona turística, pues Cartagena a comienzos de los años 70 todavía no era una ciudad turística en el sentido estricto de la palabra”, expone.
En 1973 esta zona de tolerancia comenzó un proceso de transformación urbanística que conllevó a la ciudadanía a solicitar la clausura de los establecimientos y estos se trasladaron a Getsemaní, que para ese entonces era un barrio marginal con un mercado en el que también se identificaron sitios dedicados a la prostitución.
“Cuando el mercado fue retirado en 1978, lo que sucedió fue que muchos de estos sitios y prostíbulos que antes se encontraban dentro del mercado o en las inmediaciones de este lugar se dispersaron en algunos lugares de Getsemaní, es decir, se re-incentivaron este tipo de prácticas y la calle de la Media Luna se convirtió en una zona de tolerancia”.
En su artículo ‘La renovación urbana de Getsemaní y la patrimonialización del Centro Histórico de Cartagena, Colombia. Visiones en conflicto, 1978-1984’, Deavila Pertuz cita que el plan de renovación urbana en este sector de la ciudad, propiciado por la remoción del mercado público, trajo consigo diversos cambios sociales y el aumento de flagelos como la drogadicción, la delincuencia y la prostitución. Lea: ¿Qué se necesita para crear la zona de tolerancia?
“En la memoria oral de los vecinos de Getsemaní, el traslado de la ‘zona de tolerancia’ marcó el inicio de una época de declive, agravada por el traslado del mercado público en 1978. Hasta hace pocos años el ejercicio de la prostitución estaba concentrado en el sector”.
Y, aunque el trabajo sexual no es un delito en Colombia, la lucha contra el mercado sexual y el negocio de la trata de personas es una batalla que ha librado Cartagena, teniendo en cuenta que es una problemática social en la que influyen factores económicos, educativos, psicológicos y éticos.
¿Una propuesta que se esfumó?$>
En abril de 2019 el general Henry Sanabria Cely, excomandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, defendía que el Centro Histórico no se hizo para ejercer la prostitución y planteó ante el Gobierno nacional la creación de una zona de tolerancia por fuera de la ciudad amurallada.
“Una zona de tolerancia fuera de la ciudad amurallada va a permitir a propios y extranjeros poder traer a los hijos y disfrutar del espectáculo que ofrece el Centro Histórico. Hemos coordinado con la Alcaldía de Cartagena y con la Vicepresidencia de la República la propuesta”, sostuvo en su momento el oficial.
Y aunque la propuesta fue recibida con beneplácito por residentes del Centro y algunos sectores de la ciudad, se requerían varios análisis de fondo que los gobiernos de turno no han agotado lo suficiente en materia legal.
Asimismo, expertos en el tema han sugerido que Cartagena debe concertar una zona de tolerancia como “estrategia temporal para justificar los operativos contra las actividades ilegales que se llevan a cabo en el Centro Histórico” y que no existe un uso del suelo que determine zonas para esta actividad.
¿Cerrar para regular?$>
El paquete de medidas adoptadas por el nuevo gobierno local para garantizar la protección de niñas, niños y adolescentes en zonas turísticas regirá hasta el 31 de mayo, y las reacciones de diferentes sectores de la ciudad no se han hecho esperar.
Muchos cartageneros no conciben que al Corralito de Piedra lleguen extranjeros dispuestos a pagar por placer sexual y otros que se tenga que regular el acceso al espacio público como medida contra la explotación sexual.
Al respecto, el investigador Orlando Deavila Pertuz es claro al señalar que este tipo de medidas a lo que apuntan no es a “eliminar la práctica del turismo sexual, cosa que requiere de iniciativas de mediano y largo plazo con un trabajo social en distintos frentes”. “Acá lo que se intenta es simplemente regular dónde y cómo se ejerce este tipo de prácticas e impedir que se realicen en áreas de espacio público y sobre todo en áreas de gran centralidad y de mucha visibilidad en el Centro Histórico”, dijo.

Y añadió: “La Alcaldía no apunta a eliminar el turismo sexual ni a disociar a la ciudad del turismo sexual. Entonces lo que puede terminar pasando es que este tipo de prácticas se desplacen de un lugar a otro y no que se corrijan de plano”.
Recuperar el Centro Histórico de Cartagena y erradicar de manera definitiva el turismo sexual es una lucha que sigue ganando adeptos en la llamada capital del turismo del Caribe colombiano.