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Cartagena

Gertrudis: la mujer que el maestro Botero le regaló a Cartagena

La escultura que Fernando Botero le donó a Cartagena, traída desde Florencia (Italia), pesa 650 kilos y fue esculpida en bronce a la cera perdida sobre pedestal en piedra.

Gertrudis: la mujer que el maestro Botero le regaló a Cartagena

Fernando Botero nació en Medellín, Colombia, el 19 de abril de 1932.

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Después de una mágica noche en el Centro de la ciudad amurallada en compañía de su esposa Sofía Vari, en la que despedían el milenio, Fernando Botero encontró el lugar perfecto para sembrar su obra.

Esa visita, hace 23 años, en la que honró la ciudad, la entonces alcaldesa Gina Benedetti de Vélez lo condecoró en el grado de Gran Cruz, con la Medalla Cívica de Cartagena. Era 3 de enero y ese mismo día, durante sus palabras de agradecimiento, el escultor dejó entrever la posibilidad de regalar una de sus obras a la ciudad patrimonio cultural de la humanidad. Lea aquí: Botero en Cartagena: conoce la exposición de 58 obras del artista

Un mes después, en febrero, desde su residencia en París, el maestro Botero envió una carta de su puño y letra a su amiga la alcaldesa en la que le anunciaba su decisión: “Amanecí generoso y por eso decidí regalarle la escultura a Cartagena, para colocarla en el sitio que vimos en la Plaza Santo Domingo”.

La Figura Reclinada 92 fue embarcada el 17 de marzo en el buque Conti Asia, en el puerto de Génova, Italia, tiene una dimensión de 246 centímetros de largo por 90 de ancho y requiere de una base de piedra de 110 centímetros de alto con 256 por 100 centímetros.

La escultura llegó a la ciudad el viernes 7 de abril y desembarcó en el Muelle El Bosque para posarse finalmente en la Plaza de Santo Domingo, en el sector amurallado, tal como lo pidió su creador.

La pieza del maestro antioqueño fue descubierta oficialmente un viernes, el 14 de abril del año 2000, en una ceremonia a la que asistió el maestro Botero; así como la entonces alcaldesa de Cartagena, Gina Benedetti, y representantes del mundo de la cultura. Todos fueron vestidos de blanco y con una vela encendida como homenaje a la paz.

La posaron en la en la histórica plaza de la Iglesia y Convento de Santo Domingo, en el Centro Histórico de la ciudad a petición de Botero. Allí está en su salsa “La Gorda Gertrudis” (o su nombre oficial: Figura Reclinada 92), sensual y abierta, expuesta y alegre.

En 2004, en una visita a Bogotá, el maestro Botero se declaró complacido al conocer la creencia popular sobre que tocar los senos de una “gorda” suya, instalada en la ciudad caribeña de Cartagena, asegura largas relaciones amorosas. El artista, entre risas, mostró su satisfacción cuando le contaron que los turistas frotan uno de los pezones de la pieza de bronce, colocada hace veintitrés años en la plaza de Santo Domingo, en el casco antiguo de la ciudad amurallada. “Qué bueno. Buenísimo”, comentó el pintor-escultor escuchando la historia en una entrevista en la que el periodista Juan Gossain le explicó que “tocándole el pezón a Gertrudis, el novio y la novia o marido y mujer, la relación a va a durar feliz toda la vida”. Lea también: ¡Luto nacional! Falleció el maestro Fernando Botero

Dado el desgaste del bronce en esa parte concreta de la escultura se entiende que Gertrudis ha repartido amor a espuertas.

Hoy, 23 años después y con la partida del maestro, Gertrudis acompaña a las palenqueras que sentadas frente a ella saludan a los turistas, y bendice a todos los novios que salen del Convento vestidos de blanco y rozan su intimidad pidiéndole eternidad.

Sobre el maestro Fernando Botero

Fernando Botero, el renombrado artista colombiano, ha aclarado en varias ocasiones que su estilo artístico no se centra en pintar “gordos”, como algunos podrían pensar, sino en explorar el “volumen” y la “sensualidad de la forma”. A lo largo de su carrera, Botero ha llevado esta exploración a diversos temas que abarcan un amplio espectro de la vida y la cultura. Lea aquí: ¿Por qué Fernando Botero pintaba personas y cosas “gordas”?

El arte de Botero se caracteriza por la exageración de las formas y el énfasis en la corpulencia de sus figuras, lo que le ha otorgado su distintivo estilo y reconocimiento global. Sin embargo, él mismo ha enfatizado que su enfoque va más allá de la representación de cuerpos con sobrepeso.

Colombiana; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Colombiana; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Carrobomba; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Carrobomba; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Venus; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Venus; Fernando Botero. // Foto: Banco de la República.
Así registró El Universal la llegada de la escultura a Cartagena. // Foto: Archivo El Universal.
Así registró El Universal la llegada de la escultura a Cartagena. // Foto: Archivo El Universal.

El artista ha llevado su visión artística a una variedad de temas, desde el circo hasta las reinterpretaciones de los viejos maestros de la pintura, los desnudos, las escenas callejeras latinoamericanas, la vida doméstica, los prostíbulos y los retratos de personajes políticos. A través de su obra, Botero ha explorado la riqueza de las formas y su capacidad para expresar la sensualidad y el volumen en cada aspecto de la vida y la sociedad.

En 1956, mientras vivía en la Ciudad de México, Botero pintó una mandolina con un orificio de sonido inusualmente pequeño, lo que permitió que el instrumento asumiera repentinamente proporciones exageradas. ¡Así comenzó la exploración del volumen!

La obra de Fernando Botero ha dejado una huella duradera en el mundo del arte, desafiando las convenciones estéticas y celebrando la belleza en todas sus manifestaciones, independientemente de las dimensiones físicas de sus protagonistas. Su capacidad para capturar la esencia y la humanidad a través de la exuberancia de las formas ha dejado una marca indeleble en la historia del arte contemporáneo.

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