El celular timbró dos veces antes de que alguien respondiera. Al otro lado de la línea se proyectaba una voz suave pero imponente que me pedía tiempo para buscar un lugar menos ruidoso que la permitiera hablar.
Victoria y yo habíamos estado durante semanas con esa cita pendiente que no habíamos podido concretar, ella había aceptado compartir su historia y yo quería escucharla. Lea: Cartagena, segunda ciudad con más violencia contra comunidad LGBT
Una segunda llamada dio paso a una conversación que me incomodó. Movió ideas toscas que tenía en mi cabeza sobre cómo sentirme con la discriminación y me dio esperanzas sobre lo que podemos ser como humanidad. Victoria me contó todo...
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Victoria nació con 16 años. Sí, no tuvo 6 meses, 2 años, ni 3. Ella nació con 16 un 31 de diciembre. Vivía con su hermano menor y su papá, tiempo antes sus padres se habían separado y su mamá ya no estaba con ellos. Los recursos eran limitados así que para el último mes del año solo una persona de la familia podía estrenar y el elegido fue el hijo menor.
Pero una vecina llegó con una idea que la hizo nacer, sí, literalmente nacer, venir al mundo. Le dijo que podía ayudar con el estrene, tenía un pantalón y un suéter, o mejor, una blusa.
Corrió donde su papá y le contó, la respuesta que recibió del hombre que le había dado la vida y el nombre fue: lo que te haga sentir bien, está bien. Lea: Videopodcast: Ser migrante, diverso, afro y líder en una ciudad como Cartagena
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Ricardo había vivido 16 años preguntándose quién era realmente. Nació en una familia humilde, su mamá y su papá se separaron, un proceso que marcó su vida y que vivía al tiempo que intentaba descubrirse.
Durante años su papá había insistido en regalarle carritos que nunca salían del empaque porque no le interesaban, había tenido que fingir que era un “machito” cuando realmente soñaba con ser una mujer, siempre se había sentido así, pero no encontró cómo dar ese primer paso hasta que tuvo 16, un 31 de diciembre.
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Dejando atrás a Ricardo, que la había acogido por años, llegó al mundo Victoria. Y aunque habitualmente un nacimiento trae felicitaciones y regalos, este trajo miradas amargas y una sentencia: este no va a servir para nada.

Siete palabras que fueron el impulso para que Victoria les demostrara que podía conquistarlo todo.
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Ser una mujer trans parecía estar ligada al estereotipo de la prostitución y la vida de fiestas, así que no encontró en su entorno una figura que pudiera ser referente de lo que quería lograr, así que ella misma decidió convertirse en ese referente.
Estudió cocina, comenzó a trabajar en un restaurante y con lo que ganaba se pagaba la carrera de Enfermería. La terminó y cuando comenzó a trabajar vivió su primera gran decepción. Le puede interesar: ¿Los has visto en Transcaribe? Vogue, el popular baile LGBTI en Cartagena
“Que las enfermeras son hombre o mujer” le dijeron en varias ocasiones. Ella no lo entendía, era claro que era una mujer. Le cerraron las puertas y ella se abrió varias ventanas.
Entró a la escena cultural, donde contra todo pronóstico también sufrió por la discriminación, y fue una jugada amarga del destino la que la llevó por el rumbo que hoy celebra recorrer.
Un accidente que sufrió su hermano menor, que con solo escucharla sé que es su adoración, la llevó a sacar un dinero para pagar un abogado, pero el “profesional” se aprovechó de ellos. Entonces decidió formarse para defender a los suyos y comenzó a estudiar Derecho.

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La primera. Victoria fue la primera mujer trans abogada en Cartagena, una de las pocas en toda Colombia, con dos especializaciones y por terminar una maestría. Ella es eso, su historia de vida y lo que ha logrado a partir de ahí.
También es la primera mujer trans en llegar a la presidencia de una Junta de Acción Comunal, la de su barrio, Villa Fanny.
Lo había intentado en otras ocasiones pero los rumores sobre lo que “su ejemplo” podría provocar en las nuevas generaciones hizo que los electores se abstuvieran de apoyarla, pero ella, como lo ha hecho toda su vida, se lo ganó a pulso.
En pandemia salió casi todos los días a ver de qué forma conseguía mercaditos o comida para sus vecinos; lideró proyectos para la pavimentación de calles y cada diciembre estaba pendiente a crear espacios para los niños y niñas de su barrio, así que en las últimas elecciones esos rumores de que “pervertiría” a su comunidad no tuvieron oídos a los que impactar, los hechos hablaron más.
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Para mí, pensar en discriminación causa enojo, me cuesta pensar en maneras agradables de responder, así que le pregunté a Victoria cómo lo piensa ella y su respuesta me hizo sentir que aún tengo mucho por aprender.
Respeto. “Entiendo que no estén de acuerdo, que no conozca y no entiendan de dónde vengo, lo que he vivido y lo que soy, así que lo básico, la base de todo es ser respetuosos. No tienes que amarme, solo respetarme, y eso hace toda la diferencia”.
Victoria vive orgullosa de quien es, de su trabajo por su comunidad, del activismo que ejerce en la ciudad y del soporte que hoy es para su familia. No importa cuántas veces alguien haya pensado que no lograría nada, no importa cuántas veces la hayan querido reducir o discriminar, ella siempre encontró el camino para ser más de lo que otros esperaban pero justo lo que ella soñaba.