En un viejo escritorio de un consultorio clínico leí alguna vez que “el buen médico no trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad”, y ese es precisamente el legado que para los colegas y trabajadores del Hospital Universitario del Caribe (HUC) dejó el médico Juan Manuel Montes Farah, quien falleció el pasado domingo 30 de julio. Lea: Muere Juan Manuel Montes Farah, reconocido médico del HUC
Su vacío es notorio. El grupo de médicos y demás trabajadores de la salud que integran el área de Cuidado Crítico del HUC transitan el duelo por su partida mientras aplican las enseñanzas de aquel galeno que siempre estaba a tiempo, que nunca abandonó sus obligaciones académicas y extracadémicas, y que con voz firme y vocación de servicio logró transformar la prestación del servicio de salud en este hospital y salvar muchas vidas.
El médico
Álvaro Cruz Quintero, médico coordinador del Centro de Regulador de Urgencias y Emergencia (CRUE), gran amigo y compañero de trabajo, recuerda que el doctor Montes llegaba a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) antes de las 6:00 de la mañana para revisar qué pacientes tenía; acto seguido se desplazaba hasta la misión clínica que lideraba hasta las 7:00 de la mañana, una rutina que cumplía sin falta de lunes a viernes.
A mediodía lideraba otra jornada de rondas médicas a pacientes con los intensivistas hasta las 5:00 de la tarde y los sábados tenía actividades con los residentes e internos.
“Era admirable. Antes de 6:00 de la mañana ya estaba aquí en el hospital, era muy puntual. Estoy seguro de que gran parte de su desarrollo profesional y de su éxito fue gracias a esa capacidad de trabajo y de disciplina que tenía”, sostiene Amaury Ariza García, nefrólogo y docente de la Universidad de Cartagena.

El especialista recuerda que durante la pandemia de COVID-19 que puso a prueba las capacidades hospitalarias y los sistemas de salud en el mundo, le escuchó decir al doctor Montes: “Yo vivo en el hospital y hago turnos en mi casa”, frase que retrataba a la perfección su sentido humanitario y social.
El doctor Juan Manuel Montes fue el primer vacunado contra el coronavirus en Cartagena de Indias, decisión que no fue tomada a la ligera sino de forma unánime en un comité de expertos integrado por el Ministerio de Salud y el Dadis. Lea: “Estoy lleno de optimismo”: primer cartagenero que será vacunado contra el COVID
Y es que Montes Farah no tuvo miedo o- al menos- nunca lo demostró. Durante ese período traumático y de más incertidumbres que certezas, el médico emprendió una batalla para salvar vidas al mismo tiempo que llenaba de ánimo y temple a su equipo de trabajo, a su “team” como los solía llamar.
“En tiempos de COVID-19 lo admiramos aún más porque pese a que él estaba entre los grupos de riesgo por sus múltiples comorbilidades nunca se negó a atender a los pacientes y nunca se negó a venir al hospital. Mientras muchos especialistas se fueron del hospital por tener comorbilidades, él se puso al frente y organizó el hospital. Logró que pasáramos de 10 camas que tenía en la Unidad de Cuidados Intensivos a casi 110 camas entre UCI y Cuidados Intermedios. Fue quien administró el hospital y se encargó de que todos tuviésemos esa empatía con los pacientes. Todos los que teníamos miedo en ese momento, miramos en él ese ejemplo”, cuenta el doctor Cruz.

Diana Espinosa Lozano, profesional universitaria en Cuidado Crítico, recuerda a quien fue su jefe por 11 años como un hombre que nunca flaqueó. “Nunca sentimos que tuviera temor. El temor lo teníamos todo. Él siempre fue constante, convincente”.
En medio de las tensiones del día a día y propias de una Unidad de Cuidados Intensivos, Diana recuerda aquel talento del doctor Montes para imitarlos a todos. “El doctor era muy mamador de gallo, nos remedaba a todos. Entonces en medio de la tensión siempre nos sacaba una sonrisa o una carcajada”.
Para la doctora Isaura Mercado Coneo, el doctor Montes fue su mentor, su ejemplo a seguir.
“Trabajé seis años con el doctor Montes y sin duda su legado es la humanización, la atención al paciente, porque muchas veces en la academia no te preparan para eso. Con el doctor Montes aprendí a tratar al paciente, a lograr una UCI de puertas abiertas, es decir, no sólo era el paciente, sino la mamá, la esposa o el papá de ese paciente. Él me enseñó que si eran ocho camas, eran ocho tragedias que involucraban no solamente la enfermedad sino también la situación socioeconómica de su familia”.

El 28 de julio el equipo de UCI compartió un desayuno con el doctor Montes. Fue una mañana de viernes cálida, amena. “Ese día compartimos con la persona más allá del médico, el amigo, el observador, el consejero, sin saber que era una despedida”, recordó el doctor Cruz.
El papá
Karina Montes recuerda a su papá en distintas facetas o momentos de su vida. Recuerda aquel hombre de temperamento fuerte, disciplinado, pero también romántico. “Uno de sus lenguajes del amor era a través de los detalles, fue un hombre 100 por ciento proveedor a nivel familiar”. Le puede interesar: Dilfret, el olayero que pasó de ser taxista a experto en vinos
Junto a sus hermanos, Víctor y Jhonny, convivieron con un hombre que ponía la educación por encima de todo. “Su provisión no era desde lo suntuoso o desde los caprichos, su frente principal era la educación, si queríamos estudiar él nos apoyaba”.

Cuando no estaba en la clínica, el doctor Montes se deleitaba leyendo un libro o viendo un documental en YouTube. “A veces le decíamos que mirara otra cosa, una película, pero siempre veía documentales”, cuenta la abogada.
El doctor Montes amaba comer y Karina sí que lo sabía complacer. “En su último cumpleaños le preguntamos qué quería comer y nos dijo que se le antojaba una cazuela de rabo que mi mamá le preparó de forma muy especial para complacerlo”.

Con el paso de los años, y en esas largas charlas que compartieron para hablar de la vida, Karina logró identificar a un hombre más espiritual y ya no tan académico. “En sus últimos cinco años de vida, en los que compartí mucho con él por la fractura de su rodilla, hablamos mucho de este tema, del cambio de perspectiva que tenía sobre la vida, entendió que siempre tuvo la presencia de Dios en su vida y encontró muchas respuestas a situaciones inusuales que vivió durante su trabajo como médico”.

Fue un abuelo consentidor. Sus nietos llenaron su vida y acaparaban su atención en todo momento. “No tengo palabras para describir la calidad humana de mi padre. Fue un hombre honrado, servicial, apasionado, bondadoso, con un sinfín de cualidades. Un papá - abuelo excepcional”, dice Valentina, su nieta mayor.
El amigo
Joaquín Vásquez Viana, médico auditor del HUC, cuenta que fueron muchas las veces en que compartió con el doctor Juan Manuel Montes Farah más allá de un quirófano, de una ronda médica o de un trámite administrativo.
Su admiración hacia el galeno fue tal que en uno de sus últimos cumpleaños celebrados en el hospital, 24 de diciembre de 2021, lo sorprendió con una composición de su autoría. “Hoy Juan Manuel Montes Farah, amigo, buen compañero, jefe ejemplar. Gustavo Burgos Cervantes y Valencia Abdala que fueron tus referentes, tus profesores, orgullosos de tu gestión deben estar (...) Te bendecimos que Dios te guarde y que tu ejemplo nunca se acabe, que tu alma mater y el HUC sigan formando profesionales como usted”, entonó Vásquez en medio de la celebración acompañado por un compañero vigilante que tocaba la guitarra.
“Todo eso era el doctor Montes, era un gestor, un líder, un amigo, lo vamos a extrañar”, dijo el galeno.