Mucho antes de que esta generación escuchara la música en Youtube, Apple Music o Spotify, existieron unos años maravillosos. Los cartageneros ahorraban para ir a una reconocida tienda de discos. No veían la hora de llegar a su casa y escuchar inolvidables baladas, vallenatos o radionovelas en la radio.
Escudriñamos el baúl de los recuerdos porque hoy es “throwback thursday” (TBT), que en español traduce “jueves de regreso” o “jueves de antaño”. Este día es usado para hacer referencia a los acontecimientos de antaño y que muchos quieren revivir en sus redes. La semana pasada te contamos la historia de la vieja casa Galicia en Cartagena, historia que aún puedes leer. Te puede interesar: ¿Has visto esta mansión en la Pedro de Heredia? Historia tras la casa Galicia
Óscar Quenba llegó desde Bogotá a Cartagena en los 80, al principio eran unas vacaciones, pero se hizo algo permanente. Su tía se había casado con Evaristo Sánchez, el dueño de una tienda de discos ubicada en el la Calle de las Carretas del Centro Histórico, fundada en el año 1976, la cual llevaba por nombre Discos Cartagena. Sin embargo, su cierre se produjo en 2016 debido a la llegada de la tecnología.
Como todo joven, Óscar estaba buscando un trabajo con el que pudiera tener un poco de independencia y comprarse sus propias cosas, así que su tía lo ayudó y lo contrataron como asistente. Hoy, a los 60 años sigue viviendo de esta labor, y se quedó con el local de la antigua tienda.

Quienes en aquellos años hacían filas con sus hijos para comprar vinilos, hoy probablemente envejecieron. “Cuando comencé a trabajar ahí era un joven apenas, me ponían a vender los LP (Long Play), también llamados disco de larga duración. Ese es un disco de vinilo de tamaño grande, de 30,5 cm de diámetro, con un máximo de 20 a 25 minutos de sonido por cada cara, los creó una empresa estadounidense llamada Columbia Records. Lo que más se vendía era el vallenato, le seguía la salsa, y los estudiantes compraban mucho las baladas, rock en español y en inglés. Aunque los grandes compradores eran los adultos por su poder adquisitivo”, contó Óscar a El Universal.

El éxito de Discos Cartagena fue tanto que se extendieron, creando nuevas sedes de almacenes en Bocagrande, El Laguito, La Castellana, y hasta llegó a tener sucursales en Montería, Sincelejo y Valledupar. Tan famosos que hasta Diomedes Díaz visitó una de sus tiendas. La gente quería música, cada vez consumían más.



“Yo era apasionada por las baladas, mi mamá y yo íbamos y encontrábamos una variedad tan grande de exponentes musicales. Podíamos vivir en Cartagena y consumir rock en inglés, había bastante cultura general. Comprar vinilos era como comprar un libro. Para mí no tenía precio esa sensación de salir de la tienda y querer llegar rápido a la casa para cerrar los ojos y escuchar esas baladas”, cuenta Juana Durango, residente del barrio El Socorro.
A continuación, el video con la entrevista a Óscar Quenba:
El triste final
Pero todo lo bueno llega a su fin, y Discos Cartagena no se salvó de un súbito final. “La tecnología acabó con la música, con los discos y de paso con la tienda. Fue un fenómeno que si bien facilitó muchas cosas, acabó con la venta física. Cada día se vendía menos, la gente no llegaba, tocó ir cerrando tienda por tienda y despedir gente”, contó Óscar Quenba.
Aquel joven que comenzó como asistente ya era un adulto en capacidad de reunir lo suficiente como para quedarse con el local y montar su propia tienda, una muy similar y casi que con el mismo nombre para conservar el legado.
“Discos Cartagena ya no existe, quebró como tal antes de la pandemia. Yo atiendo esta tienda que ahora se llama ‘La tienda de Discos Cartagena’ y aquí estoy pasando estos años de mi vida. En la actualidad hay muchachos que tiene curiosidad de cómo eran aquellos tiempos y compran algunos artículos. Incluso, artistas como Taylor Swift y Lana del Rey venden su música en estos formatos que hoy llaman aesthetic”, concluyó Quenba.

“Hoy a los jóvenes se les hace todo muy fácil, con un solo clic entran, escuchan la música y fácilmente se pueden aburrir. Nosotros vivimos esa sensación de sentir la música en la ciudad de una forma en que ya no se hace”, puntualizó Juana Durango.