Hubo un tiempo en el que los buses “de lujo” en Cartagena tenían azafatas. Sí, los buses. Sí: azafatas. Estamos hablando de los años 90 y de las flotas urbanas Metrocar y Vehitrans, las cuales, por módicos $300, transportaban a los pasajeros en vehículos climatizados... ¡todo un lujo en aquellos tiempos que muchos desearían en estos días calurosos!
Escudriñamos el baúl de los recuerdos porque hoy es “throwback thursday” (TBT), que en español traduce “jueves de regreso” o “jueves de antaño”. Este día es usado para hacer referencia a los acontecimientos de antaño y que muchos quieren revivir en sus redes. La semana pasada publicamos un video de Cartagena observada desde adentro de un bus en 1992, hoy hablaremos sobre quienes iban dentro de ellos. Lea también: El video grabado en 1992 que muestra trayecto de Bocagrande al Centro en bus
Este “revolucionario” invento empezó en los años noventa, impulsado por la empresa Metrocar: abrieron una convocatoria para contratar a mujeres que se atrevieran a trabajar como azafatas; sus funciones principales serían entregar unas manillas a los pasajeros y con todo un elegante protocolo cobrar el pasaje de un servicio climatizado. Estas azafatas portaban un uniforme verde con medias veladas, y el proyecto funcionó tanto, que la empresa Vehitrans no tardó en implementarlo para sus rutas, sus azafatas portaban uniformes rojos.

Quienes vivieron aquella época las describen como mujeres elegantes, cordiales y con cierta gracia. Los estudiantes que salían del colegio, en medio de sus fantasías platónicas cantaban en voz baja una canción que les habían inventado: “azafata, mi linda azafata... Te voy a desnudar”. Por supuesto, las mujeres nunca se enteraron de esto...
El pasaje tenía un valor en promedio de $200 a $300 y algunos recuerdan aquellas rutas de Vehitrans con azafatas como una de las más seguras; estos buses realizaban un recorrido que partía desde el barrio San José de Los Campanos y llegaba hasta el corregimiento de La Boquilla, y también el Centro Histórico, ¿pero quiénes mejores para rememorar esta época que las mismas azafatas? El Universal contactó a varias de ellas. Lea aquí otro TBT de El Universal: Magali París: la tienda cartagenera que tuvo las primeras escaleras eléctricas
Silvia Llamas era azafata de buses de Vehitrans y, aunque hoy se dedique a trabajar en un restaurante, conserva muchos recuerdos y algunas fotografías de esos años maravillosos. A continuación, el video con la entrevista de Silvia:
El final de las azafatas y el desempleo
Nada dura para siempre y sí: las azafatas también entran en este viejo adagio popular. Aproximadamente en 2005 tanto Metrocar como Vehitrans escucharon la propuesta de un artefacto electrónico que les haría el trabajo más fácil, y les daría un poco más de rentabilidad en cuanto a la nómina: el torniquete.
Este torniquete les garantizaba contabilizar el ingreso de todos los pasajeros y sería el mismo conductor quien se encargaría del cobro. Sin duda alguna, era una idea maravillosa, pero no una noticia muy alentadora para las azafatas, pues su trabajo estaba siendo amenazado y era seguro que serían reemplazadas por las máquinas.
“Nos notificaron que se venían despidos, que había un torniquete con el que ya no se necesitaría del esfuerzo de una persona que cobrara dentro del bus. Para la empresa no fue fácil tomar esta decisión, pero una por una fue saliendo, otras se quedaron trabajando tomando el tiempo de llegada de los buses, pero ya con el tiempo fueron renunciando”, contó Liliana Buendía, otra azafata, El Universal.
Aunque sus últimos días como azafatas fueron desagradables y llenos de incertidumbre por la ola de despidos, las mujeres ya olvidaron todo ese mal rato y cada una fue haciendo su vida desde distintos trabajos. Por supuesto que nunca olvidan esa amistad que tuvieron, ese trabajo que creó una hermandad entre ellas. Incluso, aún se reúnen en fiestas de reencuentros: más allá de lo laboral, este oficio unió y el lazo parece ser resistente a los años.
