Algo en mí me decía y algo en mí me dice aún: ¿y si hubiera podido hacer más por él?”. Este es el cuestionamiento que desde hace más de 13 años acompaña a Yorlandis Núñez Barrios, una mujer de 40 años que desde hace 19 trabaja como salvavidas en las playas de Cartagena.
Aunque es cordobesa, nacida en el municipio de Puerto Escondido (Córdoba), se puede decir que también es cartagenera, pues son 21 los años que completa viviendo en esta ciudad. Lea: Después de 21 años, salvavidas de Cartagena por fin tendrán contrato digno
Reside en el barrio La Central y es técnica en salud ocupacional con formación en salvamento y rescate en todas las modalidades, primeros auxilios, reanimación cardiopulmonar (RCP) y buceo, conocimientos y maniobras que día a día pone a disposición del Cuerpo de Salvavidas y, en especial, de los bañistas locales y visitantes.
Fue uno de estos últimos quien la marcó de por vida. Yorlandis recordó que, hace más de 13 años, a las playas de Pepe Grillo (frente al hotel Cartagena Real, ubicado en la avenida del Malecón en Bocagrande), “llegaron unos jóvenes de Barranquilla a celebrar que al día siguiente se iban a graduar como ingenieros. Ese día yo estaba vigilando desde el agua y el mar estaba muy tranquilo. Los jóvenes estaban tomando licor y vi que uno de ellos se empinó una botella, entró al agua con jean y empezó a nadar. Me percaté de que no nadaba muy bien y me acerqué para decirle que se devolviera, que no podía nadar así, que se orillara porque no sabía nadar mucho”, relató la rescatista.
“Cuando me voy acercando -agregó- veo que el chico hace un movimiento extraño y se queda quieto. Me sigo acercando sin saber si estaba flotando, porque no estaba a una distancia muy profunda; cuando el chico otra vez se voltea y veo que está botando espuma. Yo nado rápido, llego donde está, lo saco del mar y le empiezo a hacer RCP. Lo traslado a la clínica y mientras íbamos en el carro le iba dando RCP. El chico iba respirando con mucha dificultad y con signos vitales muy débiles, pero bueno, iba vivo que era lo importante”.
El joven turista fue ingresado al Hospital Bocagrande, donde “los médicos siguieron haciéndole reanimación pero nada. A la hora nos informaron que había fallecido. Fue una situación que me marcó mucho. Los médicos después nos explicaron que le había dado un paro cardiorrespiratorio, pues el chico estaba ebrio. Los amigos informaron que estaban amanecidos, tomando desde el día anterior; y aunque mis compañeros me decían que no fue mi culpa, que hice todo lo posible por salvarle la vida, y sé que sí, sigo preguntándome si hubiera podido hacer más por él”, contó la salvavidas.
Admitió: “Yo duré tres meses en una depresión bastante fuerte, pues fue la primera vez que vi una situación de esas. Yo comía poco, no dormía bien. Cerraba los ojos y veía el rostro de ese muchacho. Yo quería salvarle la vida y el no poder lograrlo me generó una gran impotencia. Lamentablemente en ese momento no teníamos un psicólogo o alguien que nos orientara, nos ayudara a manejar esa situación, entonces fue una experiencia bastante fuerte para mí, la más fuerte que he vivido en todos estos años”.
Otra marca
Al igual que ella, Deivy Villa Moncaris, de 33 años, vivió un caso que “lo marcó para siempre”. Él fue salvavidas desde los 23 años y hoy es coordinador de los mismos.

“Fue en una temporada de enero. Yo estaba recién ingresado a Salvavidas y trabajaba en las playas frente al Hotel Dorado. Y cuando veo es que, en medio de una pequeña corriente, un señor se va de lado. Salí corriendo a buscarlo. Mi compañero se tiró conmigo. Cuando llegamos le digo: “señor, tome el torpedo”. Él no me responde y se voltea boca abajo, yo lo volteo boca arriba y veo que se está poniendo morado”, recordó Deivy, quien es oriundo de la isla de Tierrabomba. Lea: Entregan nuevos torpedos a los salvavidas de Cartagena
Indicó: “Le pedí ayuda a mi compañero para sacarlo. Él tenía agarrado al señor mientras yo cogí la cuerda del torpedo y empecé a nadar contra la corriente. Iba orando mientras lo sacábamos. Pedimos ayuda y ambulancia (...) Lo mandamos a un hospital en un carro particular porque la ambulancia no llegó. Y al día siguiente la hija se acercó a la playa, felicitándonos, diciendo que qué buen trabajo, buena atención, fueron muy atentos, pero que el señor había muerto. Le dio un paro respiratorio, broncoaspiró porque comió e ingresó enseguida al mar, fue lo que dijeron los médicos”.
“Fue como si se tratara de un ser querido y se me salieron unas lágrimas. Recuerdo que cuando lo sacamos del mar el señor suspiró e hizo una cara que se me quedó grabada durante un mes aproximadamente. En ese momento también salió como un olor y cuando estaba en mi casa lo sentía y veía la cara del señor. Fue un trauma fuerte, pensé que necesitaba un psicólogo, pero después los compañeros me dijeron: “esto es normal, eso pasa”, y fui asimilando las cosas”, manifestó Villa.
Añadió: “La hija en su momento nos dijo: “no, pero estoy feliz porque eso era lo que él quería, conocer el mar y se fue muy tranquilo”. Nos llenó de satisfacción que resaltara nuestro trabajo, pero por otro lado sentíamos mucha tristeza por lo sucedido. No fue culpa de nosotros, cosas de la naturaleza, pero me dolió y aún me duele”.
A los bañistas, los salvavidas les piden acatar las recomendaciones, entre ellas: no ingresar al mar en estado de embriaguez y en caso de comer, ingresar media hora después.