La educación pública tiene profundas falencias en infraestructura, recursos educativos y cobertura, entre otros aspectos, que comprometen la calidad de esta y que ponen en desventaja a los estudiantes de escasos recursos frente a aquellos que asisten a colegios privados.
Y aunque estemos constantemente escuchando sobre las deficiencias del servicio educativo en Cartagena, estos problemas no son exclusivos de nuestra ciudad ni de Colombia. Se trata de un situación generalizada de los países en desarrollo y es necesario el esfuerzo del Estado y de privados para superarla.
Es por ello que la educación inclusiva y de calidad es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Agenda 2030. Según Naciones Unidas, alrededor de 617 millones niños y adolescentes tienen deficiencias en lectura y matemáticas y, de acuerdo con Unicef, el 43 % de los niños con alguna discapacidad tiene menos posibilidades de acceder a la educación, en comparación con aquellos que no tienen ninguna.
La vocación inclusiva de Cartagena
A pesar de que aún nos falta camino para lograr una educación de calidad, en Cartagena hay una vocación por la inclusión, con un gran potencial para explorar. Instituciones educativas como Antonia Santos (Pie del Cerro), Olga González Arraut (Alto Bosque) y Soledad Román de Núñez (Escallón Villa) hace muchos años atienden a estudiantes con necesidades educativas específicas, como niños, niñas y jóvenes sordos y con visión baja.
La secretaria de Educación del Distrito, Olga Acosta Amel, fue rectora del colegio Olga González Arraut durante siete años, una experiencia que describe como única e inigualable: “Tuve la oportunidad de entender cómo se hace la verdadera inclusión, desde un equipo que la reconoce, valora y trabaja por ella a diario”, resalta la funcionaria.
Acosta agrega que “estar ahí me permitió ver con la piel y los oídos; sentir con un corazón iluminado por las voces de los niños y niñas ciegas y acoger, desde el liderazgo, la diversidad como una opción de vida y apuesta personal”.
Esta experiencia le facilitó liderar la estrategia de inclusión ‘Únicos e inagotables’, que desarrolla el Distrito y que apunta a la integración niños y niñas de grupos étnicos, con necesidades de educación específica, víctimas, migrantes, entre otras poblaciones.

Escuelas diversas
De acuerdo con la Secretaría de Educación Distrital, con ‘Únicos e Inagotables’ acompaña a 45 escuelas públicas, en este 2023, y se ha mejorado la capacidad de respuesta del Distrito de frente a la inclusión, logrando integrar al sistema educativo a 53.425 niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos, de los cuales 17.685 son caracterizados como población diversa.
El apoyo a los planteles focalizados se realiza mediante unidades móviles, conformadas por profesionales que brindan asistencia en políticas, prácticas y cultura inclusiva, además de la dotación de herramientas técnicas, tecnológicas y didácticas para la atención de la población diversa y rutas interinstitucionales con entidades que apoyan la integración efectiva al sistema educativo de los niños, niñas y jóvenes en edad escolar.
También, se creó la red ‘Familias Heroicas’ que pretende empoderar a las familias sobre la inclusión y construir grupos de apoyo para el desarrollo de prácticas relacionadas.
Las acciones que emprende la Secretaría de Educación Distrital están alineadas con las directrices de inclusión del Ministerio de Educación Nacional, según la secretaria Olga Acosta, quien asegura que si bien ciertos colegios están focalizados, en la gran mayoría de las sedes educativas se atiende a la población diversa.
“El panorama para todos los niños es muy esperanzador, los procesos de inclusión y equidad son el camino para lograr los cambios que necesitamos para garantizar el acceso a la educación para todas las personas”, señala Acosta Amel y reconoce que “hay mucho por mejorar. Debemos continuar avanzando en la comprensión de la diversidad de nuestras comunidades y contextos, ampliar la cobertura, desarrollar los apoyos pertinentes y oportunos.
La política pública de educación es una gran oportunidad para que este pilar fundamental esté y permanezca en la agenda distrital”, puntualiza.
Ómar Torres, rector del colegio Antonia Santos donde se educan a niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas específicas hace 22 años, aproximadamente, señala que ni la Secretaría de Educación Distrital ni el Ministerio de Educación apoya significativamente la educación a esta población.
“La experiencia es enriquecedora pero se trabaja con las uñas. La perspectiva actual no es muy buena, los colegios trabajan con las uñas porque no se cuenta con los recursos y ayudas didácticas necesarias para desarrollar un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje”, apunta el directivo docente.
Destaca que es vital que se nombren a más docentes con el perfil para atender a la población diversa y que es vital reducir el número de estudiantes por profesor.
Luis Ramírez, rector del Soledad Acosta de Samper que es uno de los colegios públicos más destacados de Cartagena, concuerda con Torres y señala que la labor de los colegios que atienden a estudiantes con necesidades educativas específicas es “estoica”, pero hay muchas limitaciones. “Hace falta una infraestructura adecuada, hay escaso o deficiente material didáctico especializado y pertinente de apoyo, ausencia de profesionales de apoyo (sicólogos, trabajadoras sociales, reeducadores) y, tal vez lo más importante, baja cobertura de docentes capacitados con formación en discapacidad o manejo de condiciones especiales”.