“¿Las mujeres facturan?”, es lo que preguntan con ironía quienes cuestionan las relaciones entre un ‘sugar daddy’ y una ‘sugar baby’. Estas polémicas relaciones, odiadas por algunos y codiciadas por otros han sido tema de debate en conversaciones privadas y redes sociales.
Estas uniones consisten en que un hombre (o mujer) de avanzada edad patrocine los lujos y caprichos de la persona menor con la que sale. En el mayor de los casos son mujeres, a quienes se les reconoce como ‘sugar baby’. Esta actividad ya está empezando a ser revisada por expertos, quienes analizan si sus implicadas podrían incurrir en el ofrecimiento de favores sexuales a cambio de un pago. Lea también: ¿Es lo mismo que prostitución? Así operan los “sugar” en Cartagena
Este mundo de salidas, restaurantes, hoteles cinco estrellas, viajes y ropa, puede tener un trasfondo oscuro que poco se muestra en las redes sociales. Hay algo detrás de las increíbles fotos de una chica sonriendo con un paradisiaco paisaje de fondo ¿quién está tomando esa fotografía? ¿quién está pagando esas salidas? ¿es una relación o se trata de una red?
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El Universal contactó jóvenes cartageneras que han tenido algunas historias y experiencias con este tipo relaciones en la ciudad. Hoy cuentan sus vivencias, dejando claro que en este mundo no todo es color de rosa.
Según las entrevistadas, en Cartagena se ingresa a estas relaciones de dos formas; conociendo a esta persona por golpe de suerte, o a través de una aplicación. En dicha app llamada SugarDaters se crean perfiles y esta muestra las regiones del país donde más se concentran los sugar. “La edad de nosotras está en promedio de los 24 años, casi todas somos estudiantes universitarias por terminar la carrera. Uno busca una oportunidad laboral, y haciendo relaciones de este tipo es más probable conseguirlo. Algunas sí lo hacen por el bolso y las cosas, pero las más inteligentes lo hacemos por una estabilidad laboral”, indicó Cindy Quintero.
Aclaran que hay cierto tabú sobre las edades de estos hombres, y que no todos son ancianos. “Centrándonos en la aplicación, porque en la vida real es diferente. Uno se encuentra en la app tipos de 33 o 35 años que son un buen partido, trabajaron duro y tienen la solvencia económica para entrar en la aplicación y buscar una sugar babby. Tienen un perfil académico prometedor, la gran mayoría son políticos, abogados o funcionarios”, explicó Quintero a El Universal.
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Una pesadilla
Juliana López asegura que no todos los sugar son extranjeros, algunos son nativos de la misma ciudad y buscan a su sugar baby para irse de viaje a otros país o destino. “Yo conocí a un señor que me llevó a viajar por todas partes, el problema era su temperamento. A veces estaba bien, otras veces tenía ataques de rabia, molestaba y se ponía agresivo. Un día discutimos cuando estábamos de viaje por España. El tipo se fue molesto y me dejó tirada por allá”, contó López.
La joven indicó que esto es normal y que ya están mentalizadas sobre esta situación. “Uno ya sabe lo peor que puede pasar, algunas sugar babys somos astutas. Yo lo que hago es que los pongo a firmar un compromiso, donde les digo que acepto la salida sin compromiso de tener relaciones sexuales, y que me garanticen tiquetes de ida, regreso y el hospedaje. Así ya tengo asegurado mi tiquete y no tengo miedo de quedarme mal embarcada”, instó.
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“Algunas nos tomamos el respectivo tiempo de conocer al señor, y si nos gusta ya es algo muy correspondido. Pero hay casos en los que las jóvenes son muy apresuradas, agarran al primer gringo que ven y por la emoción aceptan salidas rápido. He tenido amigas a las que obligan a que se droguen, les pegan, les hacen sadomazoquismo y pasan un mal rato”, agregó.
Una mezcla de lo laboral con los personal
Sin embargo, no todos los casos se presentan de forma virtual y por la aplicación. Mónica Quintero es estudiante de la Universidad de Cartagena, está próxima a graduarse en administración. Por un momento la invadía la incertidumbre de no conseguir las práctica, pero un día, un amigo le contó que conoció en un evento a cierto gerente, y que este necesitaba a una asistente. “Yo pasé automáticamente, el señor me explicó todo lo que debía hacer, debía sacar cuentas, hacer pagos. Al principio todo era normal, era mi jefe solamente, pero me preocupaba que el contrato de prácticas estaba solo por seis meses, y si no me contrataban me vería nuevamente en mi casa, sin oportunidades, sin salida”.
Mónica comenzó a involucrarse poco a poco y a despertar el interés de su jefe, siendo consciente que este tenía esposa. “Me decía que lo acompañara a viajes de negocios en Bogotá, en Medellín. Y directamente no me dijo que yo le gustaba, pero lo entendí todo cuando reservó la misma habitación de hotel para los dos. Para mi no fue un abuso, yo me sentía como la mejor al saber que el hombre más poderoso de la oficina se fijaba en mi, y sabía que dependía de ese viaje que me contrataran”, contó Quintero a El Universal.
Con el paso de los meses a Mónica le comenzaron a delegar cada vez más funciones. Era la menor de sus compañeras, pero se notaban las preferencias. “Yo sabía cómo se movía cada cosa en esa empresa, él me lo contaba todo, yo tenía a cargo las cuentas y eso me hacía tener cierto estatus de poder. Pero también la responsabilidad era cada vez mayor, y la carga emocional de lidiar con él, esconderme de su esposa, y tanto trabajo... estaban acabando conmigo”.
“Tener sugar no es como la gente lo pinta, no solo regalas tu juventud, sino que te adaptas al modelo de vida de esa persona. A mi me tocó madurar biche prácticamente. Dejé de salir con mis amigas, dejé de tener novio, de hacer planes juveniles. Ahora todo se basaba en las preferencias de él, sus gustos, su empresa, sus empleados, sus problemas. Eso me llevó a renunciar y cortar todo vínculo con él”, concluyó Quintero.
¿Cómo son vistas estas relaciones ante la ley?
El Universal contactó al abogado penalista Enrique del Río, quien explicó a detalle cómo es visto este tema ante las leyes colombianas. Del Río, asegura que las relaciones en las que existe evidente diferencia de edad, no necesariamente están precedidas de interés económico. Ello, aunque sucede, no puede ser el patrón general, pues pensarlo así es una generalización espuria. Lea también: ¿Están de moda? Colombia entre los países que más buscan ‘Sugar Daddy’
En este orden de ideas, si se da un intercambio de afecto o sexo por dinero o cualquier utilidad, evidentemente estamos ante un acto de prostitución, que no es delito en Colombia a no ser que involucre a un menor de 18 años. Casos más específicos y extremos tendrían que estudiarse en concreto.
“Habrán algunos casos de estafa, abuso de condiciones de inferioridad psíquica, entre otros. Pero tener relaciones con un adulto movidos por un interés económico y no el amor, está lejos de ser delito aunque amerite un reproche moral. Debemos recordar que toda infracción a la moral no es delictiva”, explicó el abogado del Río a El Universal.