El artículo 49 de la Constitución Política de Colombia señala que la atención de la salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo del Estado. Así mismo, establece las competencias de la Nación, las entidades territoriales y los particulares. Sin embargo, a pesar de ser un servicio esencial para el buen desarrollo de las comunidades, muchos ciudadanos no están conformes con la atención recibida en las entidades prestadoras de salud. (Lea: La falta de empleo, el principal reto de Cartagena)
La nueva encuesta de percepción ciudadana de Cartagena Cómo Vamos (CCV), denominada “Mi Voz Mi Ciudad” arrojó que en noviembre del año pasado, cuando se registraba una alta incidencia de casos de dengue y COVID-19, el 96% de los encuestados señaló que había requerido de servicios de salud durante el último año. Para Carmelo Dueñas, neumólogo e intensivista, estos índices obedecen al incremento de las necesidades por servicios de salud física y mental que ha dejado al descubierto la fragilidad de la red sanitaria de Cartagena. (También le puede interesar: Cartagena, ¿por buen camino o mal camino?)
Fueron muchos los requerimientos de atención en salud y solo el 29% de los encuestados se sintió satisfecho con el servicio recibido. El 49% estuvo insatisfecho y el 22% ni satisfecho, ni insatisfecho. La insatisfacción aumentó tres puntos porcentuales con respecto a la medición de agosto del año pasado.
Los niveles socioeconómicos que tienen mayor índice de insatisfacción son los estratos 1 y 2, con un 50%; seguidos del 3 y el 4, con un 46%; y finalmente el 5 y el 6, con un 36%. “Esto puede ser consecuencia de varios aspectos: uno coyuntural, que depende del mismo sistema de salud, y otro más complejo, como por ejemplo la demora en concluir algunos centros de salud y hospitales. Pensando en positivo, se logró la apertura del centro de salud de Daniel Lemaitre y es de esperar que otros cuatro queden abiertos antes de terminar el año”, agregó Dueñas.
Otro de los factores que inciden en la insatisfacción de los servicios prestados es que la salud de los encuestados no depende directamente de la salud pública. “La pobreza, el hambre y el desempleo que afecta mucho más a los estratos 1 y 2, debe estar incidiendo en la alta insatisfacción en estos estratos”, expuso Dueñas.
Salud mental
Expertos han señalado que en los más de dos años de pandemia los ciudadanos han requerido de atención en salud mental. No obstante, el 43% de los encuestados afirmó que su salud mental está mejorando, el 26% dice que sigue igual y el 31% considera que está peor.
“La salud mental es multidimensional y depende de un delicado equilibrio que puede afectarse por factores que predominaron durante la pandemia: la ignorancia y el miedo ante una enfermedad desconocida; el estrés y la ansiedad producidos por el confinamiento y la pérdida de libertades y derechos que parecían imposibles de perder, como la movilidad y el trabajo”, indicó el neumólogo.
Para Dueñas, otro de los factores que incidieron en problemas en la salud mental tiene ver con el tsunami de las redes sociales, avalanchas de noticias falsas y tendenciosas que afectaron la tranquilidad de los ciudadanos. “El efecto mismo de la enfermedad y sus secuelas a largo plazo fue otro factor que incidió negativamente en la salud mental. La incertidumbre de cuándo terminará la pandemia y si la vida volverá a ser como era antes, también produjo estrés”, aseveró.
Salud física
La medición arrojó que las condiciones de la salud física se mantuvieron. De cada 10 encuestados, 4 aseguraron que su salud física estaba mejor hoy en comparación con el inicio de la pandemia, mientras que casi 3 de cada 10 dijeron que había empeorado.
“La percepción de salud y enfermedad física es más fácil de comprender y superar que el impacto sobre la salud mental. El doctor Alejandro Jadad, una eminencia mundial, propuso hace unos años un nuevo concepto de salud, que implica la capacidad de nosotros como individuos y como sociedad para adaptarnos y manejar los desafíos físicos, emocionales y sociales que se nos presenten. Claramente, como especie, estamos enfrentando el mayor reto en mucho tiempo y de este deberíamos aprender cómo adaptarnos a una nueva realidad y a la certeza que debemos prepararnos mejor para enfrentar futuros retos y lo que queda aún de este”, agregó el intensivista.
El 69% de los encuestados afirmó que se encontraba completamente vacunado contra el COVID, un 17% tenía el esquema incompleto y un 14% seguía sin vacunarse. “Si bien el porcentaje de vacunación es bueno, debería ser mucho mejor. Deberíamos estar en el 80% de vacunación o más. Especialmente porque somos una ciudad con muchas debilidades económicas, sanitarias y sociales. Preocupa aún más los argumentos sin sentido que dieron los encuestados para explicar por qué no se habían vacunado: creer que producían efectos adversos o que no son efectivas. Luego de miles de millones de dosis de vacunas puestas en todo el mundo no existe la menor duda de la eficacia, efectividad y seguridad de las vacunas”, concluyó.
Esta medición se realizó entre el 3 y el 25 de noviembre del 2021. Se realizaron 2.106 encuestas en las tres localidades de manera virtual, con una duración aproximada de 10 minutos.