“¡Como una emprendedora grande!” Así responde Mayra Rodríguez a la pregunta de cómo se ve en un futuro.
Ella es dueña de uno de los 130 patios productivos que hoy tiene el barrio Olaya Herrera, que son el sustento de muchos de sus habitantes y también la materia prima de reconocidos restaurantes de la ciudad.
Celele, Mar y Zielo, y Crepes & Waffles son algunos de los nombres de los restaurantes que compran estas cosechas, que son sembradas con mucho esmero y dedicación por hombres y mujeres de los sectores 11 de Noviembre y Rafael Núñez de este barrio, gracias al apoyo de la Fundación Granitos de Paz.
En el caso de Mayra, son cuatro años los que lleva sembrando, el mismo tiempo en que le detectaron un cáncer de mama, una enfermedad hereditaria que padecen todas sus hermanas y por la cual una de ellas ya falleció.
El cáncer, en vez de tumbarla, la llenó de más fuerzas para vivir, pues incluso en la agricultura encontró un nuevo motivo para luchar. “Esto me dio fuerza, me dio ánimo, yo fui la segunda que cayó. Tenía quince días de muerta mi hermana cuando me operaron a mí y esto me dio fortaleza para seguir viviendo, aparte de mis hijos”, cuenta.

Mayra comenta que en un principio tuvo que sembrar en un patio prestado, pero con el tiempo pudo organizar el suyo para tener sus cosechas. Hoy siembra rúgula, mostaza, girasoles, rábano, repollo de diferentes sabores y otras cosas más que la han hecho ser ahora una mujer autónoma y sostenible económicamente.
“Gracias a Dios me ha ido bien, dependo de eso. Ese es mi sustento, mi ayuda, le estoy haciendo un apartamento a mi mamá con esa plata”, afirma.
Otra de sus hermanas, que actualmente está en quimioterapia por la misma enfermedad, también se quedó sin fuente de ingresos por causa del cáncer, y es Mayra quien gracias a su trabajo le está ayudando en medio de esa dura lucha que ella ya superó. Como la suya, son cientos de historias las que rodean los patios productivos, que más que un trabajo se han convertido en un proyecto de vida para estas comunidades.
Transformando espacios
Más allá de la generación de ingresos, un impacto positivo de los patios ha sido la transformación de espacios que antes eran basureros y ahora pasaron a ser zonas verdes. Es el caso del patio de Víctor Marimón, quien a sus 72 años transformó un lote que estaba a merced del vicio y la delincuencia en su nuevo sustento.
“Me dieron las estibas, yo cerqué el frente y de ahí para acá todo está cuidado. Esto me hace sentir perfectamente bien, me estoy ganando la platica y no me estoy maltratando”, afirma Víctor.

Pero el patio no solo se ha convertido en su fuente de ingresos, sino también en una fuente de alimentación. “Todos comemos. Arranco el pepino, el cilantro, lo llevamos a la casa y hacemos el jugo. Con la albahaca, la hierbabuena, con todo eso hacemos la ensalada y comemos todos”.
Apenas lleva un año con su patio, sin embargo, se ha amañado con la idea de seguir creciendo.
“Toda mi vida trabajé la albañilería y la carpintería, pero ya a la edad que tengo no me aceptan en ningún trabajo o empresa como antes. Ahora me salió este negocio donde paso mi vida sabroso y feliz”.
Llega al patio a las 6 de las mañana, siembra, fumiga y le da todo el cuidado a las plantas para que crezcan bien, pues al fin y al cabo son ellas las que le dan para vivir.
De las calles al patio
Los patios productivos también han traído estabilidad a muchas familias de Olaya que antes tenían que rebuscarse día a día para tener qué comer. Es el caso de Yarlis Ortiz, quien ya lleva 12 años con su patio y vive orgullosa de lo que ha logrado con él.
“Esto ha sido lo mejor que nos ha pasado porque trabajamos desde nuestras casas. Ya no tengo necesidad de estar en las calles, porque antes vendía en las playas, en los eventos, pero ya no”, comenta Yarlis.
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Comenzó vendiendo espinaca y de ahí pasó a vender al menos 28 productos, dentro de los que se encuentran albahacas, mizunas y especies de flores.

“Ahora estamos en muchas partes, los mejores restaurantes de Cartagena nos compran nuestras verduras y ese es el primer orgullo. Ya con esto tenemos un sueldo seguro y por eso le doy gracias a Dios, porque yo empecé vendiendo $20 mil y ya hoy vendo hasta $500 mil. Esos ingresos me sirven para mi casita, a la que todavía le faltan muchas cosas que hay que arreglarle, pero ya con eso nos esforzamos para sembrar más, porque la idea de esto es que entre más se siembre, más se vende”.
Yarlis está contenta con todo lo que ha logrado y en el futuro solo espera seguir creciendo en esta actividad para el bienestar suyo y el de su familia.
Sobre el proyecto
Fernán Castaño, coordinador de patios productivos de la Fundación Granitos de Paz, explica que el proyecto nació en 2005.
Inicialmente fue una estrategia para la seguridad alimentaria y la erradicación del hambre en estos sectores de Olaya, pero en la medida en que se fueron produciendo excedentes comenzaron a hacer alianzas con hoteles y restaurantes para que compraran el producto.
“Este proyecto es muy importante para la fundación y es uno de los más abanderados. Básicamente busca seguridad alimentaria para erradicar el hambre y cuidar el medio ambiente. Gracias a la producción ecológica de los productos que tenemos acá, hemos reciclado y reutilizado más de 153 toneladas de madera, mil toneladas de abono y hemos generado más de 35 mil kilos de productos orgánicos que se han ido a la cadena gastronómica de la ciudad”, explica.

Martha Mogollón, directora de la fundación, también asegura que el impacto positivo de este proyecto se ha dado en diferentes dimensiones para las familias.
“Uno, en la seguridad alimentaria; dos, en nutrición y salud; tres, porque sus entornos mejoran, son espacios verdes, limpios y más organizados; cuatro, para la generación de ingresos, pues con la comercialización de estos productos ellos generan ingresos y además son bancarizados, lo que les abre puertas con entidades bancarias para pedir préstamos y tener más oportunidades; y por último, el tema familiar, pues alrededor de este programa se crea un tejido porque todos participan, desde los hijos hasta los padres y eso ayuda mucho”.
En la actualidad hay 130 patios productivos en Olaya, pero se espera que antes de finalizar el año se pueda llegar a los 160, como un modo en el que cada vez más familias de estos sectores puedan salir de la pobreza y pasar a la sostenibilidad.