“Aquí sí vale el dicho quien lo vive es quien lo goza, más bien quien lo sufre. ¡Es horrible! Están convirtiendo a San Diego en un prostíbulo”.
Así lo advirtieron a El Universal residentes de este barrio, en el Centro Histórico, quienes explicaron las razones de su afirmación.
“Están convirtiendo a San Diego en el anterior Tesca (la más famosa zona de tolerancia donde se permitía la prostitución en los años 30). Tengo quejas de vecinos de la calle El Jardín, los Siete Infantes, San Pedro Mártir, Quero, en casi en todas las calles hay inconformidades por las fiestas, los escándalos, las muchachas que entran y salen”, contó un sandiegano, quien prefirió mantener en reserva su identidad.
Indicó que esta situación se da porque “alquilan las casas para hacer fiestas donde intervienen muchachas. A veces ellas se quejan porque los clientes no les pagan lo acordado o por otros pleitos. Hacen escándalos y traen a la Policía. Están convirtiendo esto en Tesca. Queremos que hagan una zona de tolerancia fuera del Centro Histórico”.
Otro vecino recalcó que “no estamos en contra de que esas muchachas se rebusquen como tengan que hacerlo, si esa es la profesión más antigua del mundo, pero no pueden convertir el barrio en ese espacio”.
Por ello, insisten en que “las casas que tengan para ese tipo de actividades deben adecuarlas, insonorizarlas, de tal manera que no nos incomoden al vecindario. Esa es nuestra querella. No estamos diciendo que no hagan nada, que hagan todo lo que quieran, pero con respeto y responsabilidad”.
“O -agregan- que nos digan que nos vayamos y nos compren las casas. Casi a diario llamamos a la Policía, ponemos quejas a través del colectivo Somos Centro Histórico; vienen, pero se burlan. Por un lado sale la Policía y por el otro vuelven y suben el volumen, forman la misma algarabía”.
“Invadidos y acosados”
La prostitución, acompañada de proxenetas, no es el único malestar en San Diego. Los residentes aseguran que raperos, vendedores informales y jíbaros también los acosan con escándalos, riñas y ocupación del espacio público, que ya no es para uso y disfrute de la comunidad.
El colectivo de residentes Somos Centro Histórico solicita a las autoridades locales poner control a esta invasión de informalidad e ilegalidad.
Denuncia que los vendedores ambulantes de sombreros y manillas están ubicados de manera estacionaria en las calles de la Carbonera, Jardín esquina con Camposanto. Además, que los artistas callejeros tienen un “casino ambulante” porque juegan ludo, cartas y domino, lo cual contribuye a que se armen más escándalos y riñas.
“A los raperos deberían formarlos en trato al cliente, cómo manejarse, porque a veces son agresivos con las personas que no les dan dinero. También para que se organicen. Aquí no pueden haber esas líneas imaginarias que existen en otros barrios que de aquí para allá no puedes estar tú porque eso crea conflicto”, indicó un sandiegano.
Por ello, el colectivo solicita -además- replantear el plan piloto que viene contemplando el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) con los artistas callejeros, porque consideran que es legitimar el problema de la turistificación.
“Lo que incomoda es la invasión de tantas personas vendiendo, haciendo cosas. Entiendo que todo el mundo tiene que rebuscarse, pero tienen también que haber unos límites y es el Estado quien tiene que ponerlos no los vecinos”, dijo un residente afectado.
“Nosotros -añadió- tenemos que vivir en tranquilidad, en paz, para eso estamos en un estrato alto. Que estas cosas sucedan provoca la gentrificación, que las personas que hemos durado tanto tiempo aquí nos veamos obligadas a salir. Prácticamente estamos es acorralados, encerrados, acuartelados, por favor, es un llamado a gritos de urgencia; nuestra vida familiar y de comunidad peligra ante toda esta locura que se viene presentando en San Diego”.
Aclaración: El establecimiento Tabaco y Ron Cocktail Bar, que se ve en la foto que ilustra este artículo, nada tiene que ver con los comportamientos a los que se alude en la noticia, y que son quejas justas y razonables de líderes preocupados por el buen nombre del tradicional y valiosos barrio.