“Cuando sea profesional voy a ayudar”. Eso se decía Jhon Jairo cuando era apenas un niño y soñaba con ser futbolista. Desde muy pequeño supo lo que era pasar hambre y tener la triste certeza de que si desayunaba no almorzaba y que si almorzaba no iba a cenar. “Cuando tenga dinero voy a ayudar”, se repetía.
Siempre vivió en el Barrio Chino, y si bien él mismo pasó necesidades eso nunca le impidió reconocer las carencias de otros: ver que no tenían un techo donde dormir o algo que comer. “Cuando sea profesional voy a ayudar”.
La vida lo llevó por otro camino. El fútbol no se dio y desde los 17 años se aferró a la pesca, que es hoy la que le da lo suficiente para vivir, para mantener a sus hijos, y como siempre lo soñó, para ayudar.
“Un día simplemente pensé que ya iba a cumplir 35 años y que no había hecho lo que siempre quise hacer. Me dije entonces ‘¿si no tengo dinero no voy a cumplir las metas que tengo en mente?’ No soy rico y la vida no me va a dar más riqueza, así que de todos modos decidí empezar”, dijo Jhon.
Fue un pensamiento que materializó hace tres meses. Desde entonces cada quince días, los domingos, instala una mesa y un fogón a un costado de la ciénaga de Las Quintas en la avenida del Lago, donde con el apoyo de amigos y familiares, cocina y reparte desayunos a quien lo necesite: al indigente, al migrante, y en general a cualquiera con un estómago vacío.
Su jornada comienza a las 5 de la mañana, cuando limpia el sitio, la leña y comienza a picar todo para la preparación.
“Como soy pescador lo que normalmente cocino es pescado con yuca, porque esa gente se malpasa demasiado como para estar regalándoles un pan. Por eso siempre trato de darles comida pesada que es lo que necesitan: yuca, arroz, pescado, pollo y así lo voy variando”, explica.

Una vez tiene todo listo, llama a los habitantes de la calle que normalmente se encuentran en el mangle para que vayan pasando por su desayuno. Los indigentes son de pocas palabras, pero en su rostro, con cada bocado, puede verse lo agradecidos que están con Jhon Jairo y con la labor que hace.
“Cuando los veo comiendo lo que siento es pura satisfacción, el hambre es una vaina terrible y ver un indigente contento, con una sonrisa, me llena de mucha dicha, es una alegría inmensa”, asegura.
Son aproximadamente 30 indigentes o personas en extrema necesidad las que se benefician de su labor, la cual realiza no solo para ayudar a otros sino también para ayudarse a sí mismo, en su búsqueda de ser cada día una mejor persona.

“Hace tiempo mi vida tuvo un cambio, anteriormente yo andaba en la droga, en la bebida, en las malas andanzas, pero desde que tengo a mis hijos mi vida cambió. Como te digo, de niño conocí lo que era el hambre, eso es algo demasiado horrible y quiero colaborar a los demás”, dice.
Son Jhon Jamer y Jhon Marley, sus hijos de cinco y siete años, su mayor motivación, aquellos que lo ven trabajar todos los días y quienes le inspiran para seguir ayudando a otros.
‘Rastayuda’
Ahora la nueva meta de Jhon es consolidar su propia fundación, la cual llama ‘Rastayuda’.
“La gente tiene un estigma sobre el cannabis, pero la verdad no me da pena decir que consumo porque eso no me da para nada malo, por el contrario, soy una persona que ayuda. Llevo una vida rasta y como soy rasta quiero ayudar. Hay gente que tiene bastante dinero y no hace nada”, dice.
Por ese motivo fue que él mismo decidió comenzar a hacerlo. Quiere que su fundación crezca y así apoyar a más personas, no solo indigentes. “Que si hay una catástrofe en tal parte, que Rastayuda esté ahí colaborando. Siempre quiero darle la mano al que lo necesite, esto sale de mi corazón”, afirma.
Ahora, busca apoyo para poder regalar ropa, y de ser posible, hacer los desayunos no cada quince días sino más seguido.
“A mí me encantaría poder darles todos los días un plato de comida y hasta un techo, pero bueno, todo es en el tiempo de Dios. Por ahora tengo la pesca con la que me entra mi poquito de bendición y también tengo para regalar a los demás, aunque me gustaría hacer más”, puntualiza.
Es por ello que su invitación es a que todos los cartageneros se sumen a ayudar. “Me encantaría que la gente se sumara para seguir ayudando, porque al que ayuda, Dios le ayuda. Hay que buscar la bendición del bendecidor, que es Dios, así que los invito a que me ayuden a ayudar”.
Esa es la invitación de Jhon. Quienes deseen contactarse con él pueden comunicarse al 3044319361.