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Cartagena

Resocialización en la cárcel de Ternera, camino a la redención

Conozca la historia de un condenado en la cárcel de Ternera. Le contamos cuál es el proceso psicosocial de resocialización que se aplica en el centro penitenciario.

Resocialización en la cárcel de Ternera, camino a la redención

G. Salgado lleva 52 meses pagando su condena en la cárcel de Tenera, cree que el principal consejo que puede dar es “piensen antes de actuar”. // ARoldo MEstre - EL UNIVERSAL

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“Llegué aquí el 27 de septiembre del 2016. Llevo 52 meses y nunca pensé pasar por esta situación. Trabajaba en una empresa y, como dice el dicho, estaba en el lugar equivocado. Cuando sucedió lo que ahora me tiene condenado, estaba en mi área y cuando pasó eso, me nombraron a mí, solo porque estaba ahí. Y estoy respondiendo por algo que no me tocaba”.

Así comienza G. Salgado, como quiere que lo llamemos, su historia de vida. Esa que nunca imagino contar de esta forma y de la cual solo espera salir pronto para abrazar nuevamente a sus familiares y disfrutar del olor de Palenque, de donde es oriundo.

Este hombre, de 49 años, es uno de los 1.786 hombres internos en la cárcel San Sebastián de Ternera, donde debe cumplir su condena de 10 años y 8 meses por un delito que él prefiere no revelar, pero del que cuenta que “perdí 15 años de trabajo en la empresa”.

“Me mantengo ocupado”

Sus primeros días en la cárcel, según narra, fueron difíciles. Estaba completamente solo, nadie lo recibió y lo que hizo fue confiar en un abogado que “me hizo firmar un preacuerdo. Yo no sabía qué era eso y como no tuve a nadie que me guiara lo hice y aquí sigo, pero gracias a Dios he aprendido mucho y ahora puedo decir que cuando salga sé que no me pasará igual. Me he dateado de muchas cosas”.

Explica que en todos estos meses ha visto cómo el centro penitenciario ha cambiado de manera positiva, pues “antes las peleas eran constantes entre los internos, pero ahora no. Hemos aprendido muchas cosas y se puede decir que las problemáticas han bajado en un 99%. Esto gracias a que hemos participado en muchos proyectos para resocializarnos”.

G. Salgado es el representante legal de los derechos humanos y afrodescendientes del penal.

“Siendo parte de este grupo de los derechos humanos he aprendido sobre muchas cosas, he podido resolver inquietudes y he ayudado a los demás a resolver sus inconvenientes, pues el penal es como una guardería pero de adultos, siempre hay quejas de que falta esto o aquello”.

Otras de las actividades que los internos hacen para mantenerse ocupados es deporte, aprenden sobre artesanías, de carpintería, modistería, panadería, estudian y trabajan, aunque estas últimas han sido suspendidas debido a la pandemia del coronavirus.

“Comencé a hacer artesanías, manualidades, después pasé a aprender sobre ambiental y luego pasé a los derechos humanos donde estoy y todo esto me ha ayudado a sentar cabeza, a mantenerme ocupado, para no pensar tanto y eso tratamos de hacer todos”, indica.

Duros momentos

Todos sabemos que los internos pueden recibir semanalmente a sus familiares, tradicionalmente los domingos, sin embargo el año pasado debido a la pandemia la última visita que autorizaron en todos los centros carcelarios del país fue el 8 de marzo.

“Eso fue muy duro para todos. La última vez que pude ver a un familiar fue el 8 de marzo del 2020, todos los demás meses estuvimos jugando parqués, ludo, leyendo, haciendo cualquier otra actividad para entretenernos y olvidar por un rato que estamos presos y que no podíamos saber nada de nuestros familiares”, asegura G. Salgado, quien cuenta que “luego el 20 de diciembre nos autorizaron visitas, pero solo por una hora, ahora como los casos han aumentado allá afuera del penal, no sabemos cuándo podremos ver nuevamente a nuestra gente”.

Pero esta no ha sido la única situación difícil que G. Salgado ha vivido, tal vez, la más cruel fue enterarse que uno de sus hijos había fallecido, seguida de que su padre tuvo una isquemia cerebral que lo tiene convaleciente.

“Aquí me ha tocado duro, perdí un hijo, una enfermedad lo mató en el 2019, eso me afectó bastante. Después a mi padre le dio una isquemia cerebral. He tenido dos golpes feos, pero no flaqueo, me agarro del de arriba para que me dé fuerza porque esto no es fácil para nadie. Aquí estamos en la universidad de la vida”, dice entre lágrimas.

Mientras llega el momento de su libertad, G. Salgado imagina todas las noches lo que haría al recobrar su libertad: “Lo primero sería irme para Palenque, para el monte un buen rato a respirar la naturaleza. Aprovecharía cada segundo para compartir con mi familia, mis hijos, mis papás y buscar de corregir lo que algún día se hizo mal. El tiempo que se va no vuelve, pero nunca es tarde para empezar”.

La cárcel de Ternera tiene capacidad para 1.380 internos, pero a la fecha hay allí 1.786 personas privadas de la libertad. Se organiza el traslado de 66 internos.

Así se da la resocialización

Seneris González, psicóloga y responsable del área de atención y tratamiento del establecimiento penitenciario de mediana seguridad y carcelaria de Cartagena, cuenta que cada vez que ingresa un detenido comienza el proceso de resocialización.

“Cuando ingresa una persona privada de la libertad, primero conocemos su reseña, pedimos todos los datos sociodemográficos, su nombre, de dónde es, por qué delito viene. Luego pasa a una valoración médica donde se determina su estado de salud y, a través de una junta de patio, se le asigna celda y número de patio”, explica González.Dentro de la cárcel clasifican a la mayoría de los internos por el delito y el rango de edad, dependiendo de cómo los espacios se lo permitan, pero lo principal es que los condenados van a un patio y los sindicados a otro. “El proceso de resocialización comienza desde el mismo ingreso, el hecho de que se tengan que acoger a las normas del penal, ya empezamos a generar una disciplina frente al interno. De ahí en adelante con el interno sindicado se le presta toda la atención integral, por psicología, trabajo social y si requieren alguna actividad de ocupación o enseñanza, dependiendo de las características del interno, se les da esa oportunidad”, explica.

Con relación a los condenados el trabajo que hacen en el penal es un poco más minucioso, “se le hace una inducción que es de tratamiento penitenciario y le indicamos la oferta que se tiene a través de trabajo, estudio y enseñanza. También hacemos algunos análisis para conocer su personalidad y a partir de esa valoración que le hacemos varios profesionales, determinamos hacia qué tratamiento debe ir el interno”. Según indicó González hay actividades educativas y laborales que son obligatorias para todos y que ayudan a la redención de pena, el cual es un beneficio penitenciario que consistente en reducir la duración de la condena de prisión.

“Iniciamos fortaleciendo el área educativo y luego vienen los programas de carácter transversal, que van dirigidos a minimizar el riesgo de una reincidencia, en estos trabajamos aspectos de su personalidad, de su carácter, los cuales vamos moldeando para que ellos traten de reconocer su situación y empiecen a darse cuenta de que deben realizar cambios de actitud, mente y voluntad para que no vuelvan a reincidir en un delito”, finalizó.

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