Desde las 9 de la mañana, un grupo de aproximadamente 30 personas arribó a la Plaza de al Aduana para protestar en los bajos de la Alcaldía de Cartagena porque les notificaron que la próxima semana los iban a desalojar de sus viviendas.
Se trató de invasores del sector 16 de Enero, ubicado entre los barrios El Silencio y El Nazareno, al suroccidente de la ciudad, quienes llegaron a esa zona hace más de seis años en busca de un techo para vivir. En el lugar encontraron las bases de una construcción privada abandonada, y allí empezaron a armar sus ranchos que posteriormente transformaron en casas de material.
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Sin embargo, hace dos días recibieron una notificación en la que les informaban de un desalojo el próximo 4 de noviembre. Para ellos fue la peor noticia, pues aseguran que no tienen otro lugar a donde ir. Por eso, con pancartas y cánticos se manifestaron ante la administración distrital.
“El 16 de enero cumpliremos siete años de estar en ese sector. Es nuestro hogar, el que hemos construido para nuestros hijos con mucho sudor y esfuerzo, ya tenemos servicios públicos, no queremos que nos echen a la calle”, aseguró Lilia Mejía, una de las manifestantes.
Los vecinos afirman que llevan varios años en la zona y que no tienen otro lugar al que ir. //Foto: Aroldo Mestre
A diferencia de otras protestas, en las que representantes de las comunidades se reúnen con los funcionarios en el despacho, ayer el alcalde William Dau bajó a la plaza y atendió a las personas que clamaban su presencia. El mandatario les aseguró que no estaba enterado de su situación, y que tan pronto la conoció dio la orden para que el desalojo se suspendiera.
“Déjenme decirles una cosa: su papá los quiere. Me acabo de enterar de la situación, yo no sabía de qué se trata. Es un lote del Distrito que está invadido y hay programado un desalojo para el próximo miércoles. Acabo de dar la orden para que se suspenda el desalojo. Cuido a mi gente, mientras miramos eso con calma, vamos a aplazar”, les expresó Dau.
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La noticia fue recibida con agrado por los manifestantes, en especial por las madres de familias, quienes se retiraron a sus casas con muchas expectativas.
Yeison Carranza, residente de la invasión, señaló que las cerca de 100 familias que allí habitan se componen de trabajadores informales que viven del día a día. “Muchos vecinos son desplazados por la violencia, todos encontramos en ese terreno un hogar. Allí tenemos muchos niños, adultos mayores y mujeres embarazadas. Lo único que pedimos es que no nos tumben las casas ni nos saquen”, finalizó Carranza.