Murió en Cartagena a los 61 años, la noche del sábado 18 de abril, el maestro del periodismo Germán Mendoza Diago (Ciénaga de Oro, Córdoba, 1959), quien estuvo por 31 años en el periódico de esta casa editorial, El Universal, de 1986 a 2017. De inmediato las voces de periodistas locales y nacionales, compañeros, alumnos y quienes lo conocían enviaron mensajes de condolencia a sus familiares y recordaron anéctodas de su vida y obra periodística y literaria. “Germán Mendoza fue un referente como editor y subdirector de El Universal”, lamentó el gerente de este medio, Gerardo Araújo. Nicolás Pareja, director del matutino, señaló: “Mendoza fue mi primer maestro, cuando a los 27 años ingresé al periódico, él me recibió como subdirector y me fue mostrando este fantástico mundo del periodismo, con esa agudeza y humor fino de hombre culto”.
“El Mono más que un maestro, fue un amigo de los periodistas. Tenía un estilo exquisito en todas sus historias y eso lo supo transmitir con mucha pasión. Definitivamente se fue un gran ser humano, ese que siempre tenía tiempo para escuchar a la gente y que se esforzaba todos los días para hacer un periódico de calidad”, recuerda en el periodista Javier Ramos, quien reemplazó a Mendoza como editor general de este periódico, cuando tuvo que dejar el cargo en 2017.
En los últimos años, Mendoza padecía una especie de patología que degradó su sistema motriz. Residía en el barrio Manga con su esposa y sus hijos.
El periodista y escritor Gustavo Tatis Guerra lo reseñó en una de sus crónicas como uno de los grandes maestros del periodismo en Colombia. Tatis recuerda que “en 1995, Germán Mendoza Diago integró el equipo de periodistas que trabajó en la creación de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano”.
“La pasión de Germán Mendoza Diago fue siempre el periodismo y la literatura. A sus 18 años, empezó a trabajar como periodista radial en 1977 en el Noticiero Todelar. Han transcurrido cuarenta años, y su pasión sigue intacta. Viene de una estirpe de periodistas singulares en la historia de la región y el país: su vocación se ha enriquecido con otras disciplinas como el cine, al que ha consagrado su mirada no solo como espectador y crítico, sino como creador, porque también se embarcó en la aventura de hacer cortometrajes. A él le debemos su visión y motivación en la consolidación de los cineclubes locales como el de la Universidad de Cartagena. Junto al cine, desarrolló en sus años juveniles la escritura de cuentos y poemas, y en otros instantes, el estudio minucioso de la filosofía zen, el arte chino, al que también dedicó tiempo en la elaboración de dibujos de bosques a mano alzada. Otra de sus pasiones ocultas ha sido la física, el estudio de las galaxias y el origen del universo. Pero también, su fascinación por el fútbol, las nuevas tecnologías, la música popular del Caribe colombiano, y la lectura paciente de novelas universales. Germán es un hombre con una sensibilidad por las artes, posee una erudición exquisita e integral, un conocimiento de la historia universal, y muy especialmente, por el origen de las guerras del Medio Oriente”, escribió Gustavo Tatis.
El gran cronista y amigo de Germán Mendoza, Alberto Salcedo lo reseñó en una crónica en 2015 para el periódico El Colombiano así: “En la reciente celebración de los veinte años de la Fundación Gabriel García Márquez Para el Nuevo Periodismo Iberoamericano se le rindió un homenaje al editor del periódico El Universal, Germán Mendoza Diago.
Mendoza ha exhibido siempre una enorme capacidad de trabajo. A ratos resulta imposible saber si acaba de llegar o se dispone a irse, porque da la impresión de que vive en el periódico. Allí es el jefe más noble: cuando señala el problema, muestra las posibles soluciones; cuando ve a sus reporteros cansados, se queda en la oficina para cansarse con ellos”.
A principios de los ochenta Germán Mendoza estuvo vinculado a El Liberal, de Popayán, en donde fue redactor, editor y director encargado de ese diario, y más tarde, en la revista La Rueda, núcleo de creadores de esa ciudad. Su crónica de cómo se filmó Quemada en Cartagena ganó el Premio Dístrital de Periodismo “Pegaso de Oro”, en Cartagena. Ha sido jurado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena en la sección oficial en 1990, en cortometraje y cine de Colombia. La vida, una crónica fuera de serie, que reúne doce de sus crónicas, es su primer libro publicado.
Mendoza fue un prolífico periodista que produjo innumerables crónicas, reportajes y noticias.
Escarbando en esa madeja de textos encontramos “Cuando la música se escuchaba en cassettes”.
“Cuando tenía 9 años, me gustaba jugar con el tocadiscos de mi hermana, ponía una moneda de a 50 en el brazo para que se oyera mejor el disco de Woodstock que mi primo Ricardito le había traído de Estados Unidos.
Ella nunca se dio cuenta de ello y de vez en cuando ponía el aparato y escuchaba la música de su agrado, tres álbumes de Gigiola Cinquetti, de Piero y de Engelbert Humperdinck.
Y eso que en esa época no usábamos los teléfonos portátiles para oír la música estridente que ahora les gusta y la moneda de a 50 desapareció, nadie sabe lo que es un Long Play o no conciben la vida sin un celular.
En aquel entonces, nos contentábamos con unos cuantos bloques de madera y el invaluable tesoro que escondía la mesa de noche en la que mi hermana guardaba sus recuerdos más entrañables.
Los muchachos de ahora no saben de acetatos y los tocadiscos son una pieza de museo, a la que acuden unos cuantos fanáticos para disolver sus nostalgias.
La moneda de a 50 ya no la sacan y no se necesita para escuchar bien a cualquier cantante. Basta con sintonizar bien el celular y está la magia. El tocadiscos es un aparato que se esfumó en la vorágine de la tecnología. La música en toda su dimensión y con todo su colorido”, escribió Mendoza.