Las largas y demoradas filas que se observan todos los días desde tempranas horas en las entradas de los diferentes almacenes de cadena de la ciudad, dan cuenta de que en este aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno nacional los supermercados parecen conservar sus ventas acostumbradas o, al menos, parte de ellas. Esa situación contrasta con la que atraviesan los tenderos o pequeños comerciantes de Cartagena, quienes en su mayoría manifiestan estar tendiendo pérdidas o una significativa disminución en sus ganancias.
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El Universal hizo un recorrido por varios sectores para conversar con estos emprendedores y conocer sus situaciones, siendo la respuesta “han bajado bastante” la más común a la pregunta de cómo estaban sus ventas.
“La gente casi no está viniendo a comprar, lo único que se sigue vendiendo bastante es la cebolla, el tomate y las verduras, eso es lo que más rápido se les acaba a las personas en sus casas y siempre vienen aquí a comprar más. Las verduras son las que me están salvando, eso es lo que más le deja ganancia a un tendero”, manifestó Cristóbal Aristizábal, quien atiende una tienda en el barrio San Fernando. El hombre aseguró que incluso, debido al temor que tienen algunos vecinos de salir de sus casas, le ha tocado a él mismo hacer los domicilios y caminar varios metros en su calle para no perder la venta.
“Mi tienda es pequeña, por eso toca así, hay que entender que muchos no quieren tener contacto con nadie y prefieren que uno mismo sea el que le lleve la bolsa a la casa con la comida que necesitan, uno no puede negarse”, añadió el tendero.
La angustia y desazón es peor en el caso Carmen Durango, una mujer que se gana el sustento de su familia administrando una tienda en el barrio Torices. Para ella, el declive ha sido hasta de un 60 por ciento. “Económicamente me está yendo mal, las ventas no solo aquí sino en las otras del barrio están bastante bajas. Lo único que sé es que a los almacenes de cadena sí les ha ido bien, pasan llenos, la gente les hace filas, yo aquí ya no vendo casi ni las gaseosas”, expresó la señora, visiblemente afectada.
“No puedo echarle la culpa a nadie de lo que está pasando, el Gobierno le prohibió a la gente salir para evitar el contagio del virus y eso está bien porque primero es la vida y la salud. Toca esperar, solo Dios sabe cuándo se va a acabar esta pandemia”, finalizó la mujer, quien en más de 20 años dedicada a su tienda jamás había pasado por una crisis monetaria similar.
Cabe resaltar que además de la poca demanda que tienen los productos, a los tenderos también les ha afectado el horario establecido para poder operar, pues anteriormente podían cerrar a las 10 de la noche pero ahora solo tienen permitido trabajar hasta las 4 de la tarde.