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Cartagena

Cruzada por los niños de Chambacú

Diversas entidades, con la vigilancia de los entes de control, emprendieron acciones en pro de ayudar a los menores en condición de calle. El inicio, los niños de Chambacú.

Cruzada por los niños de Chambacú

El pasado 12 de febrero fue llevado a cabo un operativo para rescatar a tres menores que vivían en las gradas del Parque Skate de Chambacú. // Aroldo Mestre - El Universal

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-“Padre, me duele la cabeza, ya me quiero ir”.

Ese era el clamor de Juan*, un menor de 16 años que por cuenta de las sustancias psicoactivas y de las circunstancias que le rodean, ha perdido la noción del tiempo, hasta el punto, que ni siquiera sabe con exactitud cuánto lleva, junto con otros niños, viviendo en las gradas del Parque Skate de Chambacú, un sitio que se ha convertido en el refugio de varios menores, que ante la negligencia del Estado, viven en condiciones indignas, a merced de la calle.

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El gran día para Juan* llegó el pasado 12 de febrero, fecha en que por fin, el padre John Mahony y Arlena Hoyos, de la Fundación Dones de Misericordia, quienes han estado pendientes de esta situación y han velado por la seguridad de los niños, hallaron el apoyo de entes de control como la Procuraduría y la Defensoría para internar a tres menores de la zona e iniciar su proceso de rehabilitación.

Los niños dormían bajo estas condiciones. // Julie González.
Los niños dormían bajo estas condiciones. // Julie González.

La emoción de Juan* y de sus otros dos amigos, Yeison* y David*, a quienes considera sus hermanos, fue inminente. Todo el recorrido celebraban su salida de aquel lugar como si se hubiesen ganado algún premio, algo que en parte, lo era, pues por fin, después de un tiempo calculado de forma inexacta, iban a volver a dormir en una cama y a comer cuatro veces al día.

Sin embargo, tras la llegada a la IPS ‘Marea’ (Manejo y Rehabilitación de Adicciones), un proyecto que hace parte de la Asociación Niños de Papel y que está ubicado a la altura del barrio Canapote, la alegría inicial de los niños dio una voltereta de 180 grados.

Apenas se bajaron del vehículo, Juan*, Yeison* y David* corrieron en diferentes direcciones hacia los manglares que están a un lado de la vía, al tiempo que -probablemente bajo alguna estimulación- expresaban el rechazo a ser recluidos en la institución.

Arlena y el padre Mahony trataron de convencerlos del bien que les haría entrar al lugar. Sin embargo, los niños, nuevamente, parecían tener la mente nublada. Algunos, se tornaron violentos. “¡Yo ahí no quiero entrar!”, decían.

Eventualmente uno de ellos se convenció de ingresar, sin embargo, alertó: “Sin mis hermanos, no voy”.

Juan* y Yeison*, después de algunos forcejeos, entraron al lugar. David*, por su parte, se perdió en la espesura de los manglares.

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El protocolo para rehabilitar a un niño, adicto a sustancias psicoactivas y en condición de calle no es sencillo. Más allá del arduo proceso psicosocial que debe pasar el menor para poder desintoxicarse, hay una serie de papeleos y trámites que deben realizarse para garantizar que los niños reciban la atención que sus casos particulares demandan.

Sin embargo muchas veces se presentan trabas burocráticas en el proceso, que dificultan el acceso de los niños a estos servicios, comenzando por la vulneración más elemental de los derechos fundamentales: la identidad. Ante la falta de papeles de los niños en condición de calle, a varios de ellos se les dificulta acceder a los servicios de salud.

“Comenzar un proceso de desintoxicación y rehabilitación es un logro. Sin embargo todavía hay dificultades en articular o coordinar los protocolos entre las diferentes entidades nacionales y locales, para poder alcanzar los objetivos de la mejor manera posible. Veo que nos estamos enfrascando en una burocracia para restablecer los derechos de los niños”, afirma el padre Mahony.

“Hay cosas que en vez de ayudar en el proceso, lo obstaculizan. Hay que analizar y tomar correctivos para mejorar el sistema y poder garantizar los derechos infantiles de una forma hábil y justa”, agrega.

Por este motivo, Patricia Romero, gerente de la Asociación Niños de Papel es insistente en que cada uno de los actores y entidades que participan en el proceso de restablecimiento de los derechos de los menores se apersonen de la situación y cumplan el rol que les corresponde.

“Cada actor debe desempeñar su papel y no dejar solos a quienes están luchando porque ese niño tenga garantías en sus derechos”, asegura.

Es por este motivo, que no en pocas ocasiones, tras fallas en ese proceso, varios de los niños vuelven a reincidir en el consumo de sustancias y en la mendicidad.

En este tema, son instituciones como el Dadis, la secretaría de Participación, la Policía de Infancia y Adolescencia, el ICBF, entre otras, las que deben velar por el correcto cumplimiento de estos procesos.

Los compromisos

El 12 de febrero, partiendo del operativo realizado para rescatar a Juan*, Yeison* y David* de las calles de Chambacú, las diferentes entidades que tienen injerencia en la situación forjaron una reunión intersectorial en la que se firmaron unos compromisos puntuales para garantizar el cumplimiento de los protocolos.

Así pues se definió que se realizarían unas mesas de trabajo la próxima semana para hacerle seguimiento al tema y que se contaría con la vigilancia de la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo para verificar la gestión.

Desde la Secretaría de Participación ciudadana, se afirmó también que el pasado 20 de enero se realizó una primera intervención en el Parque Skate de Chambacú, donde se hizo una caracterización y se identificaron 23 personas: 20 niños y 3 personas adultas. Dentro del grupo de los niños, se identificaron 16 venezolanos y 4 colombianos.

Según Sonia Paredes, funcionaria de la dependencia, en aquella visita se determinó que el consumo de sustancias psicoactivas y el trabajo infantil son algunos de los problemas más relevantes que resolver en la zona, por lo cual se enviaron oficios al Dadis (para el proceso de desintoxicación) y a la Secretaría del Interior, encargada de la población migrante, para comenzar a trabajar y planear estrategias que puedan ser aprobadas en el consejo de política social.

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Mientras Juan* y Yeison* se preparan para entrar a lo que será su nueva casa durante los próximos meses, a su alrededor hay revuelo por los trámites que aquello amerita.

“¿Tienen papeles?” “¿a qué EPS están afiliados?”, “¿quién es su acudiente?” se escucha decir.

Entretanto, se oyen unos pasos acercarse a la puerta. De repente, los comentarios cambian.

“¿Y quién es ese?” “¿No se había ido?” “Vino a buscar a los otros”.

Efectivamente, era David*, que impotente ante la soledad del mangle, regresó con sus amigos, o como él también les llama, sus hermanos.

Hoy, los tres están internados en el lugar, recibiendo el tratamiento necesario, para así, si todo se los permite, emprender un nuevo rumbo.

*Nombres cambiados para proteger la identidad de los menores.

Sobre Niños de Papel

La Asociación Niños de Papel es una organización que existe en Colombia desde hace 30 años y en Cartagena hace 20 años. Está especializada en el tratamiento de menores de edad que están en situación de vulnerabilidad, tienen problemas de consumo de sustancias psicoactivas o presentan problemas de salud mental.

Actualmente cuentan con una sede en el barrio Canapote donde tienen 55 camas y en Turbaco cuentan con otra unidad de rehabilitación con 45 camas. “Nosotros tenemos un modelo de atención en el que combinamos la parte médica – clínica con la parte social. Primero les hacemos un diagnóstico en donde se determina si la familia que lo tiene a cargo es garante o no, y si no lo es, remitimos el caso a ICBF para que ellos empiecen a gestionar lo propio mientras los niños terminan su proceso acá”, afirma Patricia Romero, gerente de la entidad.

La Asociación Niños de Papel tiene uno de sus centros de Manejo de Rehabilitación de Adicciones (Marea) en el barrio Canapote. // Aroldo Mestre - El Universal
La Asociación Niños de Papel tiene uno de sus centros de Manejo de Rehabilitación de Adicciones (Marea) en el barrio Canapote. // Aroldo Mestre - El Universal

El proceso de desintoxicación y rehabilitación dura aproximadamente cuatro meses, tiempo durante el cual los niños reciben atención psiquiátrica, entrenamiento físico, actividades recreativas, talleres de aprendizajes y desarrollan competencias para regresar a la normalidad.

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