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Cartagena

Sor Teresa de Calcuta no es tierra santa

Aunque viven en casas con los servicios públicos básicos, los habitantes creen que mejor los hubiesen dejado en las faldas de La Popa o en la Vía Perimetral.

Sor Teresa de Calcuta no es tierra santa

Esta escalera es una de las entradas, sin embargo al barrio solo llegan motos y gente a pie.

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En un principio los habitantes del barrio Sor Teresa de Calcuta se quejaban del resquebrajamiento de las casas donde los ubicaron, después que la Alcaldía de Cartagena los sacó de las faldas de La Popa y de la Vía Perimetral.

Ahora, la nueva Junta de Acción Comunal está adelantando una iniciativa de mejoramiento de viviendas, mediante la cual el Distrito ha ido optimizando una que otra casa hasta cubrir el pequeño conjunto que conforma al barrio.

En estos momentos, y cuando el barrio ya cumplió 18 años de existencia, las energías de los líderes comunales se centran en la construcción de una buena vía de acceso, pues la que tienen parece más una mala trocha que una carretera.

Doris Ortega Rodríguez, la presidenta de la JAC, cuenta que para tomar una buseta en el barrio Altos de los Jardines, hay que caminar como dos kilómetros, porque el barrio quedó metido en un hueco. Si el residente o visitante viene del lado del barrio El Educador, debe bajarse de la buseta y caminar unas diez cuadras hasta una escalera de concreto que desciende hacia la calle principal de Sor Teresa de Calcuta.

“Si viene del lado de Barrio Nuevo –prosigue--, también tiene que caminar, porque la supuesta vía de acceso solo tiene andenes. En vez de pavimento, lo que hay es puro cascajo, monte y peñascos. A veces los mototaxistas se atreven a subir por los andenes, pero más son las veces que se resbalan y caen, que las que ruedan como es debido”.

Cuando se presenta una urgencia y hay que trasladar a un enfermo a cualquier centro médico de la ciudad, uno de los familiares debe correr hasta Altos de los Jardines en busca de un taxi, mientras vecinos y demás parientes cargan en una silla al afectado. “Hace unos días se desangró un herido en la madrugada, porque ningún taxi quería entrar por acá; y a esa hora no había motos”, relata la líder comunal.

La dirigencia comunal dice llevar cuatro años intentando que el Distrito pavimente la vía, pero hasta el momento lo único que han logrado es que la cubran de una zahorra, que se desprende en cuanto se precipita un aguacero fuerte.

Mucho más grave que la falta de vías de acceso, es la ausencia del sentido de pertenencia, falencia que se refleja en las basuras tiradas en cualquier parte y en las aguas servidas rodando por las calles, a pesar de que el barrio, hasta el momento, cuenta con buenas redes de alcantarillado y servicios públicos.

Los de la JAC sospechan que para algunos residentes es normal el respirar malos olores, toparse diariamente con desperdicios en los espacios baldíos y ver corrientes de aguas residuales que todo lo cubren de verdín, tal era el ambiente que se vivía en las faldas de La Popa y la Vía Perimetral.

“Esa es una lucha que no dejamos de librar con los adultos, pero últimamente nos estamos centrando en niños y jóvenes, porque son ellos quienes, tarde o temprano, van a heredar el barrio; y no pueden seguir viviendo como vivían sus antepasados en las zonas de alto riesgo”, afirman los gestores cívicos.

Hasta el momento, según los residentes, no se han formado las primeras pandillas que habían en La Popa, pero sí suelen recibir las visitas de pandilleros de los barrios vecinos, quienes tienen a Sor Teresa de Calcuta como el corredor de sus trifulcas.

“A nosotros nos preocupa –señala Doris Ortega-- que nuestros jóvenes podrían contagiarse de esa agresividad, porque aquí no hay espacios lúdicos para los niños, ni canchas deportivas para los muchachos, a pesar de tantos solares vacíos en los alrededores”.

Esta calle se abrió para que fuera el principal acceso al barrio, pero las obras quedaron apenas en andenes.
Esta calle se abrió para que fuera el principal acceso al barrio, pero las obras quedaron apenas en andenes.
La falta de sentido de pertenencia se refleja en estos charcos de aguas servidas, a pesar de que hay alcantarillado.
La falta de sentido de pertenencia se refleja en estos charcos de aguas servidas, a pesar de que hay alcantarillado.
El barrio está rodeado de zonas enmontadas que la gente tiene como basureros a cielo abierto.//fotos julio castaño-el universal
El barrio está rodeado de zonas enmontadas que la gente tiene como basureros a cielo abierto.//fotos julio castaño-el universal

El barrio tiene 18 años de fundado, 76 casas y 200 habitantes. Está clasificado como estrato uno y pertenece a la Localidad 3.

Sus vecinos: El Reposo, La India Catalina, 2 de Noviembre y Barrio Nuevo. Tiene tres calles, pero ninguna está pavimentada.

No hay puesto de salud, ni iglesia católica, ni colegios. Falta un hogar para ancianos y para madres comunitarias.

El camión de la basura logra entrar, pero los residentes no respetan los horarios.

Niños y jóvenes deben caminar varios kilómetros para asistir a los colegios de los barrios vecinos.

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