Toda una vida lleva viviendo Martín Raúl González Sánchez en la calle 39, también conocida como calle Camposanto, en el barrio San Diego, que está incrustado en el Centro Histórico de Cartagena. Diagonal a su residencia, a solo unos pasos, tiene a la cárcel de mujeres.
González llegó a San Diego en 1975, cuando su familia decidió regresar, dejando a atrás su paso por el barrio Crespo. Martín recuerda que en San Diego quedaba la cárcel de hombres y mujeres. Recordó que en ese entonces eso era incómodo por la cantidad de personas que acudían a visitar a sus familiares encarcelados. Pero con el cambio de los varones a la Cárcel de Ternera, “hubo un cambio rotundo”.
Ser vecino de la cárcel de mujeres de San Diego no ha generado ningún tipo de inconveniente para la familia. Por el contrario, “son los vecinos que menos perjudican o incomodan”, según González.
“Desde el traslado de la cárcel de hombres hemos convivido con unas vecinas que no nos han ocasionado problemas y hemos tenido una convivencia relativamente buena, al igual que con los guardianes”, dijo. Según contó el hombre, hay vecinos en el sector que generan incomodidades, a diferencia de la cárcel.
Martín dice que le da tristeza saber que hay quienes rechazan o se oponen la presencia del centro de reclusión en sus comunidades, teniendo en cuenta la intención del Distrito de trasladar la cárcel a un predio en Turbaco, a los cual muchos sectores se han opuesto.
“Es lamentable el rechazo y la manera despectiva con que se refieren algunas personas, cuando les informan que van a trasladarlas a algún sitio cercano a sus comunidades. No olvidemos que son seres humanos que cometieron algunos errores y otras que están recluidas allí de manera injusta”, señaló Martín.
Por su parte, algunas reclusas de la cárcel de San Diego coincidieron en que este es “un espacio para aprender, formarse y trabajar en pro de cosas positivas”. “En este lugar sí se cumple con lo que debe ser un centro de reclusión: aprender para no cometer los mismos errores”, señaló una de ellas.
En la cárcel de mujeres se adelantan proyectos culinarios, de artesanías y reciclaje, entre otros, con los cuales las internas pueden emplear el tiempo de forma positiva.
“Estos proyectos propenden por la resocialización de cada una de las ciudadanas infractoras de la ley. Lo que se viene buscando es formar y capacitar a cada una de ellas y a la vez entregarles un componente de formación y emprendimiento para que cuando recobren la libertad puedan ayudarse con estos conocimientos”, aseguró Jaime De Ávila, director de la cárcel.
“Siempre estamos ocupadas aprendiendo, estamos en constante formación, con las mentes puestas en proyectos positivos. En la cárcel de San Diego nos brindan un espacio para resocializarnos”, expresó Marcela*, reclusa de San Diego.
Bolsos, mochilas, carteras, aretes y collares son algunas de las artesanías en las que varias de las reclusas se han especializado. El trabajo es de tal calidad, que han exportado sus productos a varios lugares del mundo.
“Muchas de nuestras artesanías han llegado a países europeos, e incluso han estado hasta en eventos importantes, como en los premios Oscar. Eso demuestra que en San Diego se está haciendo un buen trabajo”, expresó la mujer.
El arte culinario es otra de las habilidades en las que trabajan las internas dentro del penal. El restaurante “Interno” es, quizás, el emprendimiento más conocido. Sin embargo, las reclusas trabajan en la producción de alimentos como pizzas, panes y tostadas.
Con este proyecto las mujeres tuvieron la oportunidad de participar en un festival de comida que se hizo hace pocos días en la ciudad.
“Muchas empresas nos hacen pedidos de nuestros productos, vendemos unos alimentos que muchos dicen que son muy buenos, eso es algo bueno para destacar, también sabemos hacer cosas muy buenas”, aseguró Marcela.
Dentro del centro de reclusión también se trabaja en un proyecto que consiste en el cuidado y la preservación del medio ambiente.
“Cuando llegué a la dirección de la cárcel encontré que había mucha basura, por eso quisimos incentivar a las reclusas a que recojan la basura, que mantengan el patio limpio. Ahora cada semana en conjunto con el dueño de una empresa de reciclaje, recolectamos los residuos y los reciclamos”, expresó el director.
Hay que recordar que, hace pocos días, debido al mal estado del inmueble en el que funciona la cárcel, la Procuraduría presentó una tutela para evitar que se sigan enviando sindicadas a la cárcel de San Diego. Varias de las condenadas han sido trasladadas a otros centros de reclusión. Solo faltan 18.