Imagina levantarte una mañana con esta noticia: “¡Alerta!, ¡alerta!, una emergencia se presentó en el cerro de La Popa. Lo advertido, ocurrió. Tras un temblor en la ciudad, la roca del Salto del Cabrón se movió, fue cayendo lentamente por todo el cerro arrasando con cientos de viviendas y llevándose personas a su paso. Esas que no debieron estar allí, la mayoría de las víctimas fueron mayores de edad. Solo contaron con una hora y media para evacuar, pero su desconocimiento y dificultad de movilidad no les permitió salir. Algunos caían por escaleras estrechas y otros terminaron heridos en distintas partes del cuerpo.
La roca fue perdiendo energía a medida que bajaba, se rompía en varios pedazos hasta terminar en los barrios El Toril y La Quinta. Por fortuna no llegó hasta la avenida Pedro de Heredia”.
Lo anterior podría ser un panorama general si se llega a caer la roca del Salto del Cabrón, si no se terminan las obras en el cerro de La Popa para prevenir su deslizamiento y si no se plantea un plan de evacuación con las comunidades que resultarían afectadas.
La Universidad de Cartagena, encargada de los diseños de solución para evitar el derrumbe de esta roca, reveló que se necesita ejecutar a tiempo todas las obras, no solo las priorizadas porque ante cualquier evento natural ocurriría la tragedia.
De acuerdo a los estudios de la universidad (realizados a mediados de 2017), en el ítem de la modelación de caída de bloques, los resultados muestran que la roca perdería energía a medida que desciende. Además afectaría 133 viviendas distribuidas así: en la parte alta, 48; en la media, 29; y en la baja 56.
“La roca caería en la zona próxima de la parte inferior del Salto del Cabrón y llegaría en una o dos horas a La Quinta y El Toril, próximas a la zona de influencia. El Distrito tiene la zona marcada y la deben monitorear todo el tiempo para cualquier evento, así como alistar el plan de evacuación porque el acceso es limitado y con escaleras”, aclaró el ingeniero y geotecnista, Guilliam Barboza.
Además indicó que hay muchas personas mayores de 70 años, lo que aumenta el tiempo de respuesta ante una posible emergencia.
Y es que según los indicadores de amenaza de los estudios, las personas afectadas serían 576: 197 de la zona alta, 120 de la zona media y 259 de la baja. Estas están representadas así: población menor de 7 años, 56; y población mayor de 70 años, 35. La mayoría de las víctimas serían de la zona baja, seguidas de la alta.
“Hay que hacer todas las obras, pero enseguida. No es que vayan de $2 mil millones en $2 mil millones porque los resultados no se verán. Independientemente de los proyectos internos de la universidad y lo investigado, de las 201 hectáreas que tiene La Popa, 110 hectáreas están en condiciones críticas de erosión o movimiento de masa, problemas para los que se necesitan soluciones y en los que hay que intervenir y estudiar”, resaltó el ingeniero.
Si hay algo complejo de aplicar en la ciudad es la prevención, prever que no construyan en zonas de alto riesgo porque pueden inundarse o evitar que personas permanezcan en zonas altas con riesgo de derrumbamientos. Si a eso se le suma que, pese a múltiples estudios y soluciones que se plantean para problemáticas, no se ejecutan por completo, se aumentan los riesgos en distintas zonas.
Es así como sucede en el cerro de La Popa que, pese a varios estudios elaborados por el riesgo de deslizamiento debido a la erosión, solo se están ejecutando obras priorizadas para mitigar esta problemática.
Ya han sido varias las alertas emitidas por ingenieros de la universidad para que el Distrito actúe. En palabras del alcalde (e), Pedrito Pereira Caballero, se agilizará la búsqueda de los 10 mil millones de pesos faltantes para ejecutar estas obras en verano, es decir, a partir de enero de 2019.
Igualmente expertos recordaron que es importante que la ciudadanía no invada las zonas de riesgo y que sepan cómo evacuar ante cualquier emergencia.
Es de anotar que como solución, la Universidad de Cartagena analizó sistemas de terrazas conformados por pantallas pilotes en la parte inferior de las calizas para protegerlas y evacuar el agua que cae directamente hacia la parte del Salto del Cabrón.
Además también se pensó en un sistema de anclaje del material calcario que está triturado, con un tratamiento de los drenajes naturales con sistemas de disipadores con gaviones para controlar el agua que se filtra por la piedra. Esto, sumado a una protección de los taludes con cobertura vegetal y, en la parte baja, hacer una trampa de sedimento.
El Salto del Cabrón tiene una grieta focalizada en una esquina y la fractura tiene una longitud de 7 metros por 7 centímetros de ancho de espesor. Su profundidad es de 4 metros.
Para que se realicen las obras al pie de la letra y así se solucione esto, la Universidad de Cartagena hace parte del comité técnico como acompañamiento de ejecución de obras.


Tras un convenio con la Empresa de Desarrollo Urbano de Bolívar (Edurbe), se ejecutan las obras de mitigación por $2 mil millones en algunas zonas del cerro. “Ahora se hacen unos muros que diseñamos en 2014, en Rincón Guapo que es de los lados de La Popa. Estas obras tienen un corto periodo de tiempo, funcionalidad y, pese a ser de mitigación, tienen un costo importante y la idea es que se inviertan. Los problemas de movimiento en masa necesitan también de obras de drenaje y reforestación, erradicar las zonas de riesgo y manejo de basuras”, resaltó el ingeniero Barboza.
Para el ingeniero Arnoldo Berrocal, mientras se hagan soluciones parciales y no completas se deja cierta probabilidad de problemas. “Esas obras que hacían parte de solucionar el problema global a futuro puede que no funcionen o fallen porque no fueron complementadas, o que se pierda esa plata por no hacerse el proceso completo”, recalcó.
Entonces, se hace necesario que el Distrito consiga los recursos restantes para realmente solucionar el riesgo de que caiga la roca en el Salto del Cabrón.