En la noche del viernes 21 de septiembre, siete conductores en estado de ambriaguez fueron sancionados por el Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte (DATT) en un operativo realizado en el sector de la Bomba del Amparo, en Cartagena. Uno, se negó a realizarse la prueba de alcoholemia y prefirió dejar abandonado el carro, que finalmente fue llevado a los patios del tránsito en calidad de inmovilizado. A este conductor, las autoridades le aplicaron la máxima sanción que establece la Ley 1696 del 2013: 38 millones de pesos y la suspensión de la licencia de conducción.
“Tuvimos siete positivos en esta diligencia. Todos fueron conductores de vehículos particulares, algo que en anteriores operativos no ocurría porque eran los conductores de motos los principales sancionados, pero esto cambió desde que se estableció el decreto que prohibe el tránsito de motos después de 11:00 de la noche”, indicó un vocero del DATT.
Con los siete sancionados del viernes, la cifra de conductores multados por manejar ebrios, en 2018, subió a 225. La situación mantiene en alerta al Datt que planea continuar los controles de manera más seguida, ante el peligro que representa una persona alcoholizada frente al volante.
Peligro al volante
El Universal consultó a un médico para conocer a detalles de lo que ocurre con una persona que ingiere bebidas alcohólicas y luego decide manejar, combinación que ha provocado accidentes mortales en distintos lugares del mundo.
“El alcohol es básicamente etanol, que cuando se sintetiza en el organismo se convierte en acetaldehído, sustancia que llega directamente a las neuronas y afecta el proceso de sinapsis, que permite la comunicación entre las neuronas. La sustancia en cuestión hace de inhibidor, es decir, frena la función de la sinopsis, provocando una serie de problemas en el sujeto”, explicó el galeno.
En este punto, cuando las neuronas del cerebro no se pueden comunicar una con la otra, el individuo entra en un estado de letargo, esto debido a que pierde sus capacidades neuro psicomotrices, dejando inactivas las vías motoras aferentes y eferentes que permiten las reacciones ante estímulos externos.
“Las aferentes es la vía motora que lleva los estímulos de afuera hacia adentro del cerebro para ser procesados, mientras que los eferentes producen la respuesta a dicho estímulo para llevar a cabo una acción. Es ahí donde las personas bajo el efecto del alcohol, que hace de inhibidor, pierden esa facultad de reacción oportuna ante cualquier situación, lo que los hace peligrosos a la hora de ir frente a un volante, ya que no podrán responder de manera oportuna al ver una persona a la que están a punto de atropellar”, aseguró el médico.
