Por: Bruce Mac Master
Especial para El Universal
Enrique Zurek fue un visionario. Nacido en Ocaña, Santander, en 1926, llegó a Cartagena con la capacidad de entender que el mundo estaba cambiando. Especialmente, vio como pocos la gran oportunidad de producir frío en el caluroso Caribe.
Supo que no era fácil, que de alguna forma no se trataba solo de desafiar la naturaleza, sino de hacer industria en un país que poco sabía de eso.
Escogió a Cartagena, en eso también fue visionario. Escogió al principal puerto de nuestro Caribe, que por esos años era también una de las ciudades con mayor ímpetu industrial. Los molinos de harina, la industria de las bebidas gaseosas, los talleres de libros y cuadernos, los laboratorios de medicamentos, el ferrocarril que unía a Cartagena con Calamar y de allí con el resto del país, la historia del Espíritu de San Luis aterrizando en el año 1928 en la ciudad, la presencia de la petrolera Andian y su impacto sobre la ciudad, la compañía de tabaco, las perfumerías y jabonerías, todas estas historias de emprendimiento empresarial lo debieron animar a ubicarse acá.
Se la jugó a fondo, y en 1956, en un pequeño local de la Calle del Tejadillo, con 7.000 pesos de capital y 4 empleados, fundó Indufrial. Tenía el espíritu de los emprendedores. Era un ‘millenial’ de su época. Desde un pequeño taller, investigó, probó, inventó y de allí salió a conquistar el mundo. Todos somos testigos de sus grandes logros empresariales.
Ya lo dijo Gabo cuando nos contaba de la sorpresa de los habitantes del Gran Magdalena al conocer el hielo. Producir frío fue una suerte de magia, hacerlo masivamente en la década del 50 significó uno de los saltos más importantes de la humanidad. Poder dominar el calor, inicialmente para conservar alimentos y refrigerar bebidas, ha sido, sin duda alguna, uno de los más grandes desarrollos de la humanidad. Más tarde poder controlar la humedad y la temperatura del medio ambiente, acondicionando el aire, no solo significó un inmenso salto en bienestar, sino un aporte gigante a la productividad y competitividad de las personas.
Eso exactamente fue lo que hizo Enrique Zurek Mesa, quien soñando con reemplazar a las ya grandes multinacionales que llegaban al mercado a precios imposibles, decidió producir en Cartagena algunos de los productos que estaban cambiando más drásticamente el bienestar de la humanidad.Fue también uno de los primeros industriales locales en darse cuenta que el Caribe iba más allá del Bajo de Salmedina. Que hacia alguna parte iban los barcos que por siglos partían de nuestra bahía, que así como traían aparatos también podían llevarlos, y que Cartagena se parecía más a Panamá y a las Antillas que al interior del país. Así decide llevar sus aparatos de frío a esos países, iniciando una aventura exportadora industrial a nuestros vecinos del Caribe.
Imposible hablar de él sin mencionar su compromiso generoso con lo público. Entendió que todos tenemos la obligación de pensar en términos de comunidad. Así aceptó gerenciar a las Empresas Públicas, ser concejal, alcalde y viceministro.
Quizás su ejemplo y el de otros empresarios de generaciones mayores, debería servirnos hoy que tanto trabajo de todos requiere nuestra ciudad. No hay duda que la Fundación Indufrial, creada por él, es otra expresión de ese mismo interés por la comunidad, una expresión de la responsabilidad que él sentía con sus conciudadanos.
Muchas lecciones nos deja don Enrique, difíciles de concretar en estas pocas palabras que son un homenaje a ese emprendedor que todos quisiéramos llevar dentro. Descanse usted en paz. Un saludo solidario a su familia.
