“Este caso comenzó desde principios del año escolar 2010, en el cual yo cursé 8º y Jaime* a repetir ese curso. Cuando lo vi por primera vez pensé que iba a ser como los demás compañeros de clases, pero después de 2 a 3 meses de clases comenzó a achacarme y a molestarme de una manera que no me agradó”, así comienza Andrés el triste relato de los momentos difíciles por los que atravesó durante varios años como estudiante de la Institución Educativa Centro de Enseñanza Precoz Nuevo Mundo.
Andrés*, de 15 años, era un estudiante sobresaliente, pero, según su madre, fue desmejorando académicamente desde el grado octavo.
“Yo tenía sospechas porque comencé a ver que el rendimiento académico no era normal. Él era sobresaliente y comenzó a bajar el rendimiento y cuando yo iba a los eventos del colegio siempre estaba apartado. Yo le preguntaba si tenía problemas con sus compañeros, pero él todo me lo negaba por miedo a que lo sacara del colegio, porque su sueño era terminar su bachillerato en Nuevo Mundo”, afirma María.
El niño manifiesta que al no responder agresivamente los ataques se fueron tornando cada vez peores.
“Me pegaba cachetadas, me empujaba. Jugando fútbol me pegaban en la cabeza. En clase de Educación Física estábamos trotando y nos empujaba (a Andrés y otro amigo) y ni el profesor nos ayudaba, solo decía ‘párense y sigan’.
“En clase de historia me tiraban bolas de papel y la profesora no decía nada, hasta yo a veces la miraba y parecía que se estaba riendo. Me decían que tenía una vida miserable, que me suicidara para terminar con la vida que tenía, y todo se extendió hacia el resto del salón ya que Jaime y Juan hacían contra mí y el resto del salón se burlaba”.
Hasta que un día los temores de Andrés llegaron al punto de enfermarlo físicamente: “En febrero (de este año) un día ya no quiso ir al colegio y manifestó fiebre y dolor de garganta, y hasta se me apretó y lo llevé al médico. Duró dos semanas enfermo, pero su enfermedad al principio no era sino psicológica. Ese lunes cuando yo lo levanté, lo preparé, yo lo iba a acompañar a coger el transporte y ya él no pudo más y fue cuando él soltó el llanto y me dijo ‘mami yo no puedo más, yo no quiero regresar más al colegio’”, relata.
No le dieron importancia
Cuando María fue al colegio ese mismo día, se reunió con el rector de la institución, Manuel Mendivil Castillo, y pidió una reunión con el niño agresor y sus padres, a lo que las directivas nunca respondieron.
“El rector dijo que por qué él (Andrés) se había callado, que por qué no lo había dicho antes, y yo le expliqué que yo había hablado de que no estaba conforme con el rendimiento académico, y las profesoras sí sabían que yo tenía sospechas de que algo estaba pasando. No le dieron la importancia que se merece, porque es un niño que está desde los dos años en el plantel”, expresa María.
“A uno de mis amigos del año pasado Jaime le pegaba cachetadas, lo tumbaba de la silla, le cogía el bolso y se lo llenaba de botellas. El balón de fútbol siempre se lo tiraban en la cabeza con la mano o con el pie. Él puso las quejas con la psicóloga, lo que hicieron fue que hablaron del problema, pero no lo solucionaron, y lo que pasó fue que Jaime lo siguió molestando”, cuenta Andrés.
Las cosas se fueron tornando más violentas a la vista de la mayoría de los profesores del plantel, como lo indica el menor, hasta que el agresor llegó a amenazarlo con un arma blanca.
“Eso fue a la hora del almuerzo, después de Educación Física, nosotros entrábamos al baño a secarnos o a cambiarnos la camiseta, pero él (Jaime) nos molestaba porque hacíamos lo mismo que él. Entonces ese día yo entré a orinar mientras ellos se cambiaban la camiseta. Estaban ellos dos (Jaime y otro amigo) y habían otros tres viendo. Entonces él sacó el cuchillo y me comenzó a decir que si yo estaba hablando de lo que me estaba pasando, porque una vez el profesor de grupo lo regañó por lo que me estaba pasando a mí y a mi compañero, y entonces me amenazó y me dijo que cuidado iba a decir algo porque me podían hacer un daño”, relata Andrés.
Por eso, lo que Andrés, su madre y su abogado piden es atención a este caso, pues se sienten abandonados por el colegio.
“Esta inobservancia de la institución genera perjuicios morales y materiales. Cómo es posible que los que generan este problema sigan en calidad de estudiantes y la víctima no esté siquiera estudiando. El rector debe tomar medidas en el asunto. Se busca recuperar la estabilidad moral, emocional y psicológica del niño”, agrega el abogado de la familia.
Recibe tratamiento
Andrés se encuentra en tratamiento psicológico en su EPS, su madre afirma que no duerme bien y que además lo retrasaron académicamente, pues no pudo encontrar cupo en ningún colegio y Andrés es un niño que ha mostrado grandes capacidades y se quedó sin estudiar este año.
En unas hojas que escribió el menor para desahogarse se alcanza a leer: “En el 2011 siempre buscaba la forma de enfermarme para no estar en el colegio.
“Se me quitaron las ganas de estudiar por pensar en que si podía aguantar éste y el próximo año.
“Yo exploté por dos cosas: Me amenazaban en el baño con que me harían un daño
“No aguanté la presión de esconder lo ocurrido y sentí que me dio un ataque de nervios el día en el que le conté a mi mamá lo ocurrido.
“Mi mamá sabía lo que me pasaba y me aconsejó que me saliera del colegio, pero yo le dije que no porque tenía el sueño de graduarme en el Nuevo Mundo, pero no supe aguantarme este problema por un tercer año, y comencé a preocuparme por un cuarto año en el 2013”.
¿Qué dice el Colegio?
María pasó un derecho de petición al colegio debido a la inobservancia mostrada por la institución.
En su respuesta, el rector del Institución Educativa Centro de Enseñanza Precoz Nuevo Mundo, Manuel Mendivil Castillo, dice que el día en que María fue al colegio a hablar con él fue cuando “nos enteramos por primera vez” de la situación de Andrés, y que “No hemos deseado ni actuado para producir daños morales ni materiales al joven, a su señora madre ni a ninguna otra persona relacionada o no con nuestro proyecto educativo”.
*Todos los nombres de esta historia fueron cambiados para proteger la identidad de los menores.
