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Cartagena

“Hasta que Dios me tenga vivo estaré ayudando a la gente”: José Altahona, médico

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José Altahona Escorcia es de esos pocos médicos que quedan con una gran vocación humanista de la profesión para asistir a las personas que necesiten de sus servicios, sin más interés que ver su esfuerzo revertido en la salud y felicidad del paciente.
El caserío campesino de Palenquito, en el corregimiento de Palenque, municipio de Mahates (Bolívar), guarda testimonios de la labor de este doctor, al igual que gentes de localidades vecinas como Marialabaja, San Juan, Calamar (Hato Viejo), Arroyo Hondo, Sincerín, Cruz del Vizo.
Desde el 1º de agosto de 1997, sagradamente cada año el primer domingo de ese mes, este médico general nacido en Mahates y especializado en Salud Ocupacional, junto a un grupo de colegas de distintas áreas de la Medicina, en coordinación con la Infantería de Marina, el Ejército y la Policía montan una brigada para atender a todas las personas pobres de la región que lo necesiten.
“Empezamos seis médicos y atendimos esa vez a unas 200 personas, y hoy asistimos a unas 2.600 personas en promedio, en un jornada desde las 7 de la mañana hasta 3:30 de la tarde”.
Los servicios de esta cofradía de profesionales van desde Medicina General, pasando por Pediatría hasta cirugías diferentes, una labor de inmenso valor social que realizan al amparo de la Fundación Amigos de Palenquito, creada por ellos en el año 2003 con esos fines solidarios.

HASTA CHOCÓ
Esa vocación de servicio de Altahona Escorcia y de sus correligionarios beneficia también a la localidad de Condoto y la ciudad de Quibdó, en el olvidado Departamento del Chocó, en donde han aplicado sus conocimientos al servicio de esas comunidades necesitadas, con el respaldo de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) y de la industria farmacéutica.
Del 30 de octubre al 2 noviembre de este año estarán de nuevo en el Chocó con 35 médicos, que se trasladarán en un vuelo chárter de la FAC.
Al preguntársele sobre cómo se financian, es enfático: “Nada de dinero. Recogemos donaciones en especie como medicamentos, ropa, zapatos, y la industria farmacéutica de Cartagena y Barranquilla también nos colaboran bastante con drogas para los pacientes de Palenquito, pero nada de dinero”.
“En Palenquito ya no se mueren los niños porque cada año se les hace un diagnóstico y tratamiento completo, el último niño falleció en el 97”, que fue el motivo para empezar ese año sus campañas de salud en el caserío.
“En la zona ya no hay niños poliparasitados o barrigones como antes”, reitera.

EL EMPEÑO DEL CAMPESINO
De extracción campesina, pues “mi mama es una señora muy humilde de un corregimiento de Calamar llamado Hato Viejo”, el médico José Altahona se propuso interpretar fielmente el anhelo de su padre, un agricultor de Mahates que “hizo apenas primer año de Primaria en una escuela de banquitos y le decía a la gente: ‘Cuando mi hijo sea médico vendrá por aquí a hacerle consultas gratis a la gente, no permitiré que él les cobre un peso’”, narra este profesional de la salud.
“Eso me lo inculcó desde niño –prosigue– y es lo que he hecho durante 13 años, llevamos (junto a sus colegas) servicios integrales a la gente que los necesita”.
Con un préstamo que su progenitor hizo en la Caja Agraria del pueblo con fines agrícolas (cultivos de arroz), Altahona puedo empezar a estudiar Medicina en la Universidad Libre, de Barranquilla, empezó en el año 1977, pero se vio en la necesidad de suspender su preparación.
“Mi papa sacaba 15 mil pesos para pagarme el semestre, pero las cosas se pusieron mal y un amigo me invitó a Ecuador y me fui en el 79. Allí trabajé tres años vendiendo libretas ahorro y lavaba carros”.
En 1982 regresó dispuesto a finalizar su carera de Medicina, la cual terminó con honores en 1989, pues nunca perdió cátedra alguna.

EL SENTIR DEL MÉDICO
El año rural que José Altahona hizo en las relegadas poblaciones chocoanas, lo marcó tanto como persona que aprendió a ayudar con vehemencia a la gente, desde la aplicación de sus conocimientos frescos como médico general.
Cuando regresó a Cartagena se enfundó de inmediato en el entonces naciente barrio El Pozón, donde le abrió las puertas un señor de nombre Alberto Cuchara, comerciante que ahora es uno de los colaboradores de las actividades asistenciales que programa la Fundación Amigos de Palenquito.
“Cobraba las consultas apenas a 500 pesos, pero la gente no tenía para pagarlos, y ahí empezó de verdad mi vida como médico, y hasta que Dios me tenga vivo estaré ayudando a la gente, sobre todo a los de Palenquito”.

RELATOS DEL DOCTOR ALTAHONA
“Hay un señor que estaba tirado en un rincón de su casa, la esposa y los hijos se le fueron porque decían que tenía un maleficio, y cuál era ese maleficio: tenía un cáncer de pene, tenía eso bastante floreado, y lo vio un urólogo, el doctor Carlos Ballestas, él le hizo una amputación y hoy el tipo vende lotería, muy reconocido en la región y está adaptado a su vida cotidiana, sin pene, pero readaptado, y vive de nuevo con sus hijos y su esposa”.
“Es posible que ahora le hagamos una prótesis de pene para que pueda hacer sus necesidades fisiológicas como todo hombre, porque las hace agachado o sentado, orina por un conducto que se le dejó desde la uretra”.

II
“Hace dos años descubrimos a un niño que nació sin ojos, el caso se puso en conocimiento de la Sociedad de Oftalmología en cabeza del doctor Fredy Olmos y la doctora Ana María Álvarez, y ellos llevaron el caso a un congreso internacional, así que cuando el niño tenga 4 años y medio va ser operado en uno de sus ojos”.
“Yo lo monitoreo frecuentemente. Al niño le sucedió eso porque los padres son primos hermanos, familiares muy cercanos, y se dio ese tipo de malformación congénita que sucede una vez entre 10.000 niños, creo que es el primer caso en Colombia. En sus ojos el niño no tiene hendidura, esta sellado, no tiene cejas, está liso, tiene los ojos en estado muy primitivo, y los tiene adentro, debajo de la piel, será una operación supremamente especializada.
 
 

Cada agosto Palenquito (Mahates) recibe la visita de un grupo de amigos médicos que les traen salud y sensibilidad. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
Cada agosto Palenquito (Mahates) recibe la visita de un grupo de amigos médicos que les traen salud y sensibilidad. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
Por suerte Palenquito, en Mahates, cuenta con un médico, un coterráneo que ve por ellos en los asuntos de salud, se trata de su hijo José Altahona. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
Por suerte Palenquito, en Mahates, cuenta con un médico, un coterráneo que ve por ellos en los asuntos de salud, se trata de su hijo José Altahona. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
Cientos de personas han pasado por las manos del médico José Altahona, un profesional que vive para ayudar a la gente. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
Cientos de personas han pasado por las manos del médico José Altahona, un profesional que vive para ayudar a la gente. JULIO CASTAÑO BELTRÁN-EL UNIVERSAL
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