El estrés hídrico, un término que muchos han escuchado pero pocos comprenden en su totalidad, hace referencia a situaciones donde la demanda de agua supera a la cantidad disponible durante un período determinado, o cuando su uso se ve afectado por restricciones. Lea: La humanidad consumió hoy todos los recursos generados por la Tierra para 2023
A nivel global, 25 países enfrentan esta situación. Zonas geográficas que alguna vez se jactaron de sus reservas hídricas, hoy ven con preocupación cómo estas se reducen drásticamente. La culpa, según expertos, recae sobre una combinación de factores: cambio climático, sobreexplotación de fuentes hídricas, mala gestión y la constante contaminación.
Pese a ser reconocida por su riqueza hídrica, Colombia no está exenta. Diversos estudios han mostrado que regiones como la del Caribe, La Guajira y algunas zonas de los Andes colombianos, muestran síntomas claros de estrés hídrico. Es un llamado de alerta para una nación que tiene seis de las principales cuencas hidrográficas de Suramérica.
Ricardo Martínez, hidrólogo y experto en gestión del agua, comenta: “La situación en Colombia es el reflejo de una gestión inadecuada del recurso y una falta de conciencia colectiva. Si bien factores naturales y el cambio climático juegan un papel, la responsabilidad humana es innegable”.
Más allá de la evidente escasez para el consumo humano, el estrés hídrico trae consigo problemas agrícolas, disminución de la biodiversidad, tensiones políticas y económicas, y puede desencadenar migraciones masivas. Lea: Antropoceno: ¿qué es y por qué dicen que será el fin de la humanidad?
Causas y lo que está en juego
La sobreexplotación es uno de los principales culpables. Con la expansión de la agricultura y la industria, el consumo ha superado la tasa de recarga natural. A esto se suma la contaminación, que hace que grandes cantidades de agua sean inutilizables.
Ante esta situación, es imprescindible un cambio en la gestión y en la conciencia colectiva. Prácticas sostenibles, como la recolección de agua de lluvia, reducción del consumo y reciclaje de aguas grises, pueden marcar una diferencia. Lea: El cambio climático inducido por el hombre está detrás de las olas de calor
Educación, políticas públicas fuertes y una gestión adecuada son vitales. Cada ciudadano tiene un papel. Como concluye Martínez, “el agua es responsabilidad de todos. Si no actuamos ahora, el futuro podría ser muy sombrío”.