El Gobierno japonés anunció ayer que el vertido al Océano Pacífico, del agua radiactiva y tratada de la accidentada central nuclear de Fukushima, empezará mañana jueves, decisión que ha generado protestas en la sociedad nipona y en la industria pesquera nacional, además en países vecinos como China y Corea del Sur.

El Gobierno y la empresa propietaria de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), han comprobado “la seguridad” del vertido y por ello han decido comenzar esta misma semana con el procedimiento, dijo el primer ministro nipón, Fumio Kishida, tras una reunión con los ministerios involucrados en la gestión del desastre atómico.
La decisión se produce tras la visita este pasado fin de semana, del mandatario a la planta del noreste del país, para comprobar el estado de los preparativos y tras el respaldo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) al plan. Lea: Fukushima: agua contaminada de radiación y depurada se verterá al mar
El inicio del vertido será mañana jueves, 24 de agosto, según lo previsto, “si no hay ninguna condición meteorológica ni marítima” que lo impida, dijo Kishida en declaraciones a los periodistas.
El agua de Fukushima se compone del agua contaminada durante el proceso de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido a raíz del accidente nuclear desencadenado por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, así como de filtraciones de agua de lluvia en las instalaciones durante estos más de diez años. Lea: ‘Los días’: el terror de la energía nuclear llevado a las pantallas de Netflix
Esta agua se ha estado almacenando en tanques tras someterse a un exhaustivo procesamiento para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos, pero los recipientes y el espacio de almacenamiento físico en las instalaciones está llegando a su límite.
El líquido procesado y diluido en agua marina, antes de su vertido al mar, contiene bajas cantidades de tritio, un isótopo radiactivo, así como otros residuos de materiales radiactivos en concentraciones considerados inocuas dentro de los límites internacionales de seguridad para la industria nuclear, según el OIEA.
La comunidad pesquera del país, y en especial los pescadores locales de Fukushima, continúan mostrando su rechazo a la iniciativa, por el nuevo golpe que el vertido supondrá para la reputación de las capturas de la zona.
“Se trata de un vertido al mar que no cuenta con la comprensión de los pescadores ni del pueblo japonés”, señaló la federación nacional de pescadores de Japón.
La organización ecologista y antinuclear Greenpeace también criticó la decisión de Tokio, y señaló que la medida “ignora la evidencia científica”.
“Viola los derechos humanos de las comunidades en Japón y la región del Pacífico y no cumple con el derecho marítimo internacional. Lo que es más importante, ignora las preocupaciones de su pueblo, incluidos los pescadores”, según la ONG.
Pekín, asimismo, volvió a exigir ayer a Tokio que detenga el vertido y señaló que seguirá tomando medidas “para salvaguardar la seguridad alimentaria y la salud de los ciudadanos chinos”, a través de su portavoz de Exteriores Wang Wenbin.