Tres hectáreas de terreno en las que florecieron 180 mil brillantes girasoles, se han convertido en el último y más fotogénico atractivo turístico de San Jacinto, Bolívar.
Alfredo Villadiego, gestor del proyecto que le dio vida a este campo de girasoles, explica que la idea surgió a raíz de la pandemia. “Nosotros elaboramos alimentos para aves en Sibar, pero debido a la crisis, se restringió la importación de soya, que es el elemento principal para crear alimento de animales. Sabemos que con los procesos agroindustriales del girasol se elabora harina, como materia prima para plantas de concentrados para la alimentación bovina, ovina, porcina y la industria piscícola y avícola. Y encontramos que hay una empresa colombiana que importa semillas de girasol de francia: AgroFrance y nos daba la asistencia técnica para sembrar. El proyecto parte de esa alianza”.
El campo está ubicado en la granja Sibar, a las afueras del municipio y muy cerca a la carretera Troncal de Occidente. En esta época de intenso verano, al florecer las plantas el lugar atrae por su colorido. “Le incorporamos entonces la parte de bioturismo, un turismo de observación. Es una flor llamativa que siempre gira a donde está la luz del sol y alcanza hasta 2 metros. Esta hermosa flor de tono amarillo intenso, es un regalo a la vista; no en vano ha servido de inspiración a varios artistas, como el maestro holandés Van Gogh en su cuadro “Los Girasoles”. Del girasol podemos aprovechar sus semillas, como producto medicinal o alimento y para extraer de ellas aceite, o utilizar su forraje para alimentación animal o silo de girasol”, afirma Alfredo Villadiego.
La primera visita que recibieron fue el 1 de enero. “Después vino mucha gente y hasta una chica de Medellín vino a tomarse unas fotos. No hay recursos ni de Alcaldía o demás instituciones, pero se han acercado entidades que no nos imaginamos que iban a venir. El proyecto solito se ha vendido, así que nos tocó colgar los protocolos de seguridad”, dice por su parte Ana Támara, promotora turística del proyecto.
“San Jacinto sonríe con el sol hecho flor” es el eslogan que le ha puesto Ana a este campo, que se empezó a cultivar a mediados de octubre de 2020.
En la finca Sibar hay piscicultura, cría de pollos y apicultura. “Abordamos la ecoeficiencia, no se desecha nada. Las heces de los pollos (gallinaza) pasan por inoculación y se usan de abono para los girasoles. Con la harina de los girasoles alimentamos a peces y pollos”, explica.
A los niños no se les cobra entrada, pero se les pide que lleven algún tipo de semillas, con el fin de enseñarles que los desechos pueden ser insumos. La idea es mostrarles que las semillas no se tiran en la basura; se tiran al campo y se siembran. A los visitantes también se les insta a recolectar basuras, y se les muestran especies de mariposas y pájaros que hay en el lugar.


